«De modo que, si hay algunos entre nosotros que crean que están en la Misión para evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras, nosotros y los demás, si queremos oír esas agradables palabras del soberano Juez de vivos y de muertos: Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado, porque tuve hambre y me disteis de comer; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me cuidasteis (Mt 25, 36). Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto; y es lo que Nuestro Señor practicó» (XI, 393).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- Comencemos por el final: “Es lo más perfecto”; “Es lo que Nuestro Señor practicó”. Es posible que las afirmaciones no sean otra cosa que la doble cara de la misma moneda que podríamos enunciar “Lo más perfecto es hacer lo que practicó Jesús de Nazaret”. Y ¿qué practicó el profeta judío?… La virtud de la misericordia con todas las situaciones que tropezó en su itinerancia. Aquí pone el sr. Vicente el núcleo de su pensamiento.
- Un pensamiento que, sin confundirlas, aúna teoría y práctica. Cuestión que siempre, pero más hoy día, es preciso llevar a cabo dialécticamente, especialmente en las organizaciones cristianas y, entre ellas, las vicencianas. El hecho del “servicio” al pobre no puede ocultar o difuminar el punto de partida y, aunque quizá no sea políticamente correcto, debemos afirmar que las Instituciones cristianas no son ONGs sino que, por principio, buscan la propia perfección de sus afiliados y esta no se consigue con sólo la práctica.
- El recordatorio del sr. Vicente viene motivado precisamente por esta disociación que, por lo leído, ya detectó entonces: “algunos entre nosotros”… Algo por el estilo hemos oído en momentos posteriores: “nosotros estamos para evangelizar el espíritu”… la “atención y cuidado temporal del pobre es cuestión de otros”. Y, sin embargo, el fundador es categórico: “les diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras” añadiendo, “nosotros y los demás”. ¡Ahí es nada!
- Por último, culmina con un “hacer ésto (predicar y cuidar) es evangelizar de palabra y de obra”. Su vida no fue otra cosa y, con ella, inició hace 400 años un camino de compromiso misericordioso con todas aquellas situaciones que generaban personas empobrecidas que, en aquellas circunstancias, era lo más urgente. Empobrecidas de largo recorrido y empobrecidas por las circunstancias del momento; pobres desgraciadamente resignados a su pobreza y pobres vergonzantes cuya primera preocupación era ocultar su pobreza.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Es actual, para nuestras Comunidades, la voz del sr. Vicente?
- ¿La Familia Vicenciana se alinea con esta visión?
- ¿Es adecuada nuestra preparación para responder integralmente a las necesidades actuales de los pobres?
- ¿Participamos de alguna manera en el “cuidado de los pobres”?
- ¿Nos reprocharía el sr. Vicente lo mismo que en su tiempo?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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