En el verde paisaje de Rajgir está surgiendo una historia de valor inquebrantable y espíritu insuperable. Es una historia que entrelaza penurias, resiliencia y el poder de la caridad, tal y como atestigua la hermana de Nazaret Rena Fernandes y nos contó en una conversación en la Oficina de Desarrollo de las Provincias Orientales (EPDO).
La protagonista de esta historia es Soni, una joven de 25 años, madre de un niño de ojos vivaces llamado Mayank. A pesar de las adversidades a las que se ha enfrentado —una minusvalía física del 80% por debajo de la cintura debido a la poliomielitis y una mano derecha parcialmente paralizada—, Soni tiene una fortaleza única, no sólo en su comportamiento sino también en su relato.
Soni llegó por primera vez al albergue de las Hermanas de la Caridad de Nazaret en 2007, cuando no era más que una niña de la aldea de Nayipoke. Con el apoyo de las Hermanas y la oportunidad del estudio guiado y el asesoramiento, Soni fue capaz de escribir su examen de matriculación en 2014, demostrando una tenacidad que seguiría siendo una constante en su vida.
From adversity emerges resilience: Soni, a mother in Rajgir, overcomes handicaps and challenging family dynamics thanks to her strength, the support of Sisters of Charity of Nazareth, and the generosity of donor Maria Shyama. A testament to the transformative power of charity. pic.twitter.com/7fcu57EKnF
— Sisters of Charity (@SistersNazareth) June 27, 2023
En 2016, Soni contrajo un matrimonio concertado. De esta unión nació su primera hija, Supriya, víctima de una parálisis cerebral que falleció trágicamente a finales de 2020. Pero antes, el 16 de noviembre de 2019, Soni dio la bienvenida al mundo a su segundo hijo, Mayank.
Una serie de disputas familiares y la incapacidad de su marido para mantener a la familia debido a su salud mental llevaron a Soni a regresar al hogar de su infancia en 2020. Sin embargo, la dinámica familiar resultó igualmente difícil, ya que Soni y Mayank se enfrentaron a la hostilidad del hermano de ella.
A pesar de las adversidades, Soni ha encontrado la manera de mantenerse a sí misma y a Mayank. Todos los días viaja en su triciclo a pilas hasta Asha Kiran, donde prepara jalmuri —una mezcla de gramíneas germinadas— para vender a los niños del Chirag Vidyalaya. También ayuda a preparar la comida para los niños del albergue, a pesar de la dificultad física de su tarea.
Cada mes ahorra una media de 1.000 rupias (13,50 dólares), que ingresa diligentemente en su cuenta bancaria. Esos modestos ingresos, junto con las comidas diarias que le proporcionan en Asha Kiran, les permiten alimentarse a ella y a su hijo.
A su apoyo se suma Maria Shyama, una generosa benefactora que se ha comprometido a hacer donaciones mensuales para ayudar a Soni y a su hijo. Esta contribución se destina al tratamiento médico de Mayank, a ropa para la madre y el hijo y, lo que es más importante, a alojamiento.
María se erige como un faro de esperanza y generosidad. El papel que desempeña en la vida de Soni es a la vez transformador y esencial. Las donaciones mensuales de Shyama a las Hermanas de la Caridad de Nazaret han supuesto un salvavidas para Soni y su hijo, permitiéndoles acceder a atención médica, comprar ropa y, lo que es más importante, conseguir una vivienda segura y estable. Su ayuda económica ha supuesto un alivio inmediato y ha facilitado un futuro mejor para Soni y Mayank. Con ello, María ejemplifica la profunda diferencia que una persona puede marcar en la vida de los demás, especialmente de quienes viven en los márgenes de la sociedad. Su bondad subraya el poder de la filantropía para crear ondas de cambio, fomentar la resiliencia e infundir esperanza frente a la adversidad.
A pesar de las innumerables dificultades a las que se ha enfrentado, Soni encuentra alegría en su vida cotidiana, especialmente en compañía de su hijo y de las hermanas y niños de Chirag Vidyalaya.
A través de una vida llena de desafíos, la historia de Soni es un testimonio de la capacidad del espíritu humano para superar las adversidades. También pone de relieve el valor de corazones generosos como el de Maria Shyama y la importancia de iniciativas como las de las Hermanas de la Caridad de Nazaret y la EPDO para ayudar a los necesitados.
Este relato es un recordatorio conmovedor de que, incluso ante la adversidad, todos tenemos una profunda capacidad de resiliencia, de empatía y de bondad que nunca debe subestimarse.
Fuente: https://nazareth.org/
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