La esclavitud es un asunto del pasado, pero hablar de ella debe ser del presente

por | Jun 21, 2023 | Espiritualidad y práctica espiritual, Formación | 0 comentarios

La esclavitud moderna de la que hablamos no es la única forma de sometimiento de seres humanos conocida y practicada a lo largo de la historia.

Aprendimos en la escuela que los portugueses dieron nuevos mundos al mundo, estudiamos el viaje de Gama, memorizamos versos épicos y vimos mapas con banderitas o dibujos que certificaban los lugares lejanos que nos pertenecían. Nos contaron y reprodujimos con orgullo la narración de euforia y coraje con la que iniciamos la primera globalización. Asumimos la responsabilidad poética del color mulato, sin leer en él nada más que la expresión del encuentro de razas diferentes, hasta entonces distantes. Y decimos abiertamente que el portugués es una de las lenguas más habladas del mundo.

Todo esto tiene sentido y es legítimo pensarlo, pero no es toda la historia. No es, como ahora sabemos, toda la historia, el discurso unívoco, el pasado glorioso, el camino de ida, la felicidad colectiva.

En las palabras y el color mulato de los hombres y mujeres de los siglos XVI al XIX se escribe a menudo la historia de un encuentro que no fue pacífico; en los lugares lejanos que «nos pertenecían» se registra una imposición por la fuerza; la muerte, el encarcelamiento, el saqueo, el borrado de culturas y la esclavitud forman parte de la primera globalización.

¿Qué sabe hoy un estudiante de secundaria sobre la esclavitud? ¿Qué sabe un joven adulto? ¿Qué sabemos nosotros?

Probablemente lo que vimos en películas o en algún programa de televisión, lo que estudiamos en la escuela como subcapítulo de la gran asignatura de los Descubrimientos: muy poco. Sabemos que Portugal inició la trata de esclavos de África a Brasil, «pero también fue el primer país que abolió la esclavitud». Qué débil consuelo es ese… Qué fácil excusa en la balanza de nuestra moral histórica y de nuestra tranquilidad actual.

En 2017 hubo un grupo de ciudadanos, vinculados a las plataformas SOS Racismo y Descolonizando, que protestaron contra la inauguración de una estatua al padre António Vieira (1608-1697) en el Largo Trindade Coelho de Lisboa, acusándolo de «esclavista selectivo». En 2018, la propuesta en el programa electoral del alcalde de Lisboa, Fernando Medina, de construir un «Museo de los Descubrimientos» fue objeto de debate por la posible ubicación, el contenido expositivo y, sobre todo, por el nombre del futuro museo. La polémica llegó incluso «al extranjero», incluyendo un artículo en el diario inglés The Guardian (17-9-2018, firmado por la periodista Jenny Barchfield).

Para muchos, discutir si debemos seguir utilizando la palabra «Descubrimiento» para referirnos al período de las navegaciones marítimas iniciadas en el siglo XV por los portugueses, o negarse a rendir homenaje al padre António Vieira, son exageraciones fuera de lugar y desquiciadas, es dar prioridad a detalles lingüísticos ineludibles y desviar nuestra atención de asuntos más urgentes.

Me identifico con estos puntos de vista. Sin embargo, tengo la convicción de que no podemos dejar de escuchar esas voces que exigen seguir pensando y debatiendo sobre el pasado colonial, que no podemos ignorar la necesidad de hablar de él, de estudiarlo sin prejuicios, de reescribir quizás (con más matices, con más voces, con más hechos, con más visibilidad) la narrativa simplista del «buen colonizador».

La esclavitud moderna de la que hablamos brevemente no es la única forma de sometimiento de seres humanos conocida y practicada a lo largo de la historia (por desgracia, ni siquiera es sólo una cuestión del pasado y de geografías lejanas).

No empaquemos el lado disfórico de nuestro pasado nacional como una cuestión cerrada. No es necesario vivirlo como una lucha visceral, pero es justo no olvidar a las mujeres y hombres que en otros tiempos, principalmente por tener la piel de un color distinto al del europeo blanco, fueron privados de su humanidad (y con ella de su dignidad, esperanza, lugar,derechos…). Es justo no olvidar hoy a aquellos que se sienten sus herederos y que quieren hablar, salir por fin al espacio público y ser escuchados, porque tienen algo que decir, algo que nunca se ha dicho o que nunca hemos escuchado.

La esclavitud es un asunto del pasado, pero hablar de ella tiene que ser del presente. Dedicandole tiempo, sin miedo.

Inês Espada Vieira
Texto publicado inicialmente en la revista Mensageiro de Santo António, en 2019
Fuente: https://www.padresvicentinos.net/

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