No sé los demás, pero cuando me siento a escuchar las noticias de actualidad, que parecen estar siempre llenas de odio, desconfianza y afirmaciones falsas, se convierte en una barrera aparentemente insuperable que superar. Como ya he dicho en artículos anteriores, nuestro mayor reto no es el odio, sino la indiferencia. Cuando tenemos líderes políticos y religiosos que utilizan recursos muy cuestionables para promover posturas sobre género, fe, sanidad y otros temas importantes, no basta con que nos quedemos en casa sentados y nos quejemos de cómo se nos imponen a todos estos puntos de vista dañinos. Si queremos hacer frente al odio, primero debemos eliminar la indiferencia con la que tratamos esas opiniones. Con demasiada frecuencia nos limitamos a ignorarlas y a seguir con nuestras vidas, renunciando a hacer oír una voz que, tal vez, pensemos que no puede tener ningún efecto en un cambio positivo.
Aunque es importante que hablemos en nuestras familias, comunidades, organizaciones, iglesias y tradiciones religiosas, también debemos centrarnos en los hechos. La indiferencia puede deberse a que no nos sintamos lo suficientemente informados sobre un tema como para hacer oír nuestra voz. En ese caso, basta con que investigues por tu cuenta sobre el tema, amplíes tus conocimientos utilizando fuentes fiables y, a continuación, busques una forma eficaz de alzar la voz y actuar.
También puedes centrarte en tu propia organización o grupo para demostrar primero tu apoyo a la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) planteando la cuestión internamente y promoviendo la necesidad de aumentar la diversidad en el liderazgo y la afiliación. Creo que cada uno de nosotros debe mirarse a sí mismo y estar preparado para someterse a una transformación personal mientras recopila y lee material de referencia. Eche un vistazo al gráfico que aparece a continuación e intente decidir objetivamente cuál es su posición actual y qué debe hacer para mejorar. Entabla un diálogo abierto con los demás, especialmente con cualquiera que se identifique como BIPOC (personas negras, indígenas de color) escuchando, compartiendo y aprendiendo.
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Sobre el autor:
Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.
«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».
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