Jesús, el Buen Pastor, busca el bien de las ovejas. No es como los que roban, matan y hacen estrago mientras buscan el bien propio.
Se compadece Jesús de las gentes, pues están extenuadas y abandonadas cual ovejas que no tienen pastor. Así que una circunstancia le hace responder con compasión. Es decir, busca ayudar él no a la humanidad abstracta, lejana, universal, sino a gentes concretas, cercanas, particulares.
Se fija, sí, Jesús en la necesidad que se le presenta. Se deja conmover también por la dura situación de los necesitados. Y al reaccionar así, no solo llega él a reconocer que tal necesidad es la punta no más del iceberg. También le consume aún más el celo por el bien de las ovejas. Por lo tanto, pregunta y busca cómo ayudarlas.
Admite, pues, Jesús que mucho trabajo hay, pero son pocos los trabajadores. Dice él a sus discípulos que pidan al Empleador que mande trabajadores. Pues todo depende del Patrono más que de nadie (SV.ES VII:250).
Pero parece estar Jesús de acuerdo con el dicho: «A Dios orando y con el mazo dando». Pues llama él a sus doce discípulos y les da autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfemedad y dolencia. Los discípulos se hacen apóstoles; los envía el Maestro.
Los doce tienen nombres y son figura de la jerarquía. Pero así como las doce tribus de Israel representan al pueblo elegido de Dios, sacerdotal y santo, así también representan los apóstoles al nuevo Israel. Al nuevo pueblo de Dios que se concreta en la Iglesia. Ir y proclamar, pues, la Buena Nueva del reino del cielo es de los clérigos y los laicos. Llevar a cabo tal misión del mismo modo que Jesús supone, por lo tanto, colaboración. Y se cumple también de todas las maneras, de palabra y de obra, de forma inventiva (véase SV.ES XI:393). De modo gratuito y abnegado, sin traficar con la Buena Nueva.
Señor Jesús, apacienta a tus ovejas, a tu pueblo. Haz que compartamos tu misión y seamos pastores que den a conocer tu amor y compasión, hasta el fin, hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre.
18 Junio 2023
11º Domingo de T.O. (A)
Éx 19, 2-6a; Rom 5, 6-11; Mt 9, 36 – 10, 8
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