Jesús, el Buen Pastor, ha venido para que sus seguidores, sus ovejas, tengan vida y la tengan abundante. Él les comunica su aliento.
En los Hechos de los Apóstoles, cincuenta días separan el Pentecostés de la Pascua. No es así en el Evangelio de Juan que se proclama hoy. En éste, sopla Jesús su aliento sobre los discípulos y les da el Espíritu Santo. Y esto ocurre al anocher del mismo día de la resurrección. En el relato de Juan, por lo tanto, el Domingo de Pascua es también el Domingo de Pentecostés.
Y el soplo de Jesús recuerda que Dios sopló su aliento sobre Adán al cual modeló con barro. Se nos da a entender entonces que el aliento de Jesús crea, vivifica y renueva. Al decir de Pablo, los que están en Cristo son una nueva creación; lo viejo pasa, y lo nuevo está aquí.
Entre otras cosas, quiere decir la nueva creación que Dios habla mi lengua y todas las lenguas. No solo es Dios de los judíos o de los samaritanos. El culto de él en Espíritu y verdad no conoce fronteras. Dios es de todos y para todos. Él es nuestro Padre.
Y tomar en serio que tenemos un solo Padre, que todos somos hermanos y hermanas, que formamos un cuerpo: —esto lleva a la paz, la reconciliación. Y a que nos acerquemos a los demás y a que hagamos la pregunta vicentina, la más importante de todas.
Mas admitimos que no dejamos de ser barro. Por lo tanto, nos fiamos del Espíritu Santo, del aliento de Jesús, para que no nos abatamos ni nos desesperemos. Debido a sus muchos dones, y celo es uno de ellos, nada, ni el miedo ni la vez, puede impedirnos (SV.ES XI:57). Estos dones nos impulsan también, como siervos de Dios y de los pobres, a esforzarnos en tener vida espiritual, en concebir grandes y santos ideales (SV.ES XI:398).
Señor Jesús, no te contentes con solo enseñarnos las manos y el costado. Deja grabadas también en nosotros las marcas de los clavos y de la lanza. Podremos así llevar en nuestro cuerpo tu muerte y manifestar tu vida en nuestro cuerpo también. Quedará claro entonces, al unirnos a ti en entregar tu cuerpo y derramar tu sangre, que compartimos tu aliento, que el Espíritu Santo está en nosotros.
28 Mayo 2023
Domingo de Pentecostés (A)
Hch 2, 1-11; 1 Cor 12, 3b-7. 12-13; Jn 20, 19-23
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