Algunas preguntas se me quedan grabadas. Hace más de 50 años, un estudiante universitario me mostró una tarjeta. «Si ser cristiano fuera un delito capital, ¿habría pruebas suficientes para condenarte?».
En el Domingo de la Divina Misericordia reflexioné sobre las palabras de Jesús: «¡SED misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso!«. (Lucas 6,36).
Hoy me pregunto si nuestro concepto de misericordia se centra en recibir misericordia en lugar de SER MISERICORDIOSO. Me pregunto cuántos sermones han ido más allá de asegurarnos el don de la misericordia de Dios. Sin duda, un tema importante.
¿Cuántos sermones hicieron hincapié en la necesidad de ser misericordiosos?
De recibir misericordia a «ser misericordioso»
Jesús cuenta la historia de un hombre que debía mucho a su jefe. Se dirigió al él pidiendo el don de la misericordia y el perdón. Recibió el don del perdón.
Por supuesto, sabemos que Jesús señaló que más tarde se negó a hacer lo mismo cuando alguien le pidió misericordia.
El Papa Francisco nos recuerda:
- Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.
- La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos.
- Sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe (Mt 5,7).
Hoy, nosotros somos el rostro de la misericordia de Dios
Nosotros, que somos el cuerpo de Cristo, con nuestras acciones, nos convertimos hoy en el rostro de la misericordia de Dios.
El Papa Francisco continúa:
- La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos.
- Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos.
- Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
La misericordia como signo de seguimiento a san Vicente y santa Luisa
Todos sabemos lo especial que fue para San Vicente cuando Jesús desenrolló el pergamino y dijo:
«El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para dar buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar la libertad a los cautivos y la liberación a los cautivos» (Is 61,1-2).
Esto es lo que proclamó el Señor, y esto es lo que intentan vivir ahora los vicencianos.
Sabemos que en el juicio final se nos preguntará si hemos
- ayudado a otros a salir de la duda que les hace caer en la desesperación y que a menudo es fuente de soledad;
- trabajado para superar la ignorancia en la que viven millones de personas, especialmente los niños privados de los medios necesarios para liberarse de las ataduras de la pobreza;
- estado cerca de los solitarios y afligidos;
- perdonado a los que nos han ofendido y rechazado todas las formas de ira y odio que conducen a la violencia;
- mostrado la paciencia de Dios, que es tan paciente con nosotros; y
- encomendado a nuestros hermanos y hermanas al Señor en la oración.
¿Habría pruebas suficientes para condenarme…?
Durante los próximos 14 días… más o menos… pregúntate ¿cómo estoy manifestando una obra de misericordia espiritual o corporal específica?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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