En el mundo actual tendemos a escuchar mucha negatividad, ya sea sobre el tiempo, los deportes, el gobierno o la familia. Quizás necesitemos dar uno o dos pasos hacia atrás y observar quiénes somos como seres humanos y ciudadanos del mundo. Cada uno de nosotros es una creación única de nuestro Dios, sea lo que sea lo que esto signifique para cada cual, o simplemente de la naturaleza si eso proporciona una descripción más amplia.

¿Te has preguntado alguna vez por qué hablamos tantas lenguas? ¿Por qué tenemos un aspecto diferente, con distintos colores de piel y tamaños? ¿No habría sido mucho más fácil si nos pareciéramos más?

Imagínate cómo sería el mundo si todos compartiéramos un aspecto físico básico y una tradición religiosa y un patrimonio cultural similares. Cuando intento concebir semejante idea, mi única respuesta en una sola palabra es ¡ABURRIDO!

No sé por qué tenemos un aspecto y un tono diferentes, ni por qué Dios o la naturaleza han creado un mundo tan complejo y variado. Lo que sí sé es que es algo que hay que vivir, celebrar y compartir. Disfruto conociendo a gente que se ha trasladado o está de visita en mi país, aquí en Canadá. Escuchar sus historias, a veces tristes pero normalmente emocionantes y muy interesantes, es una forma de celebrar nuestra diversidad.

A lo largo de los años, Canadá ha pasado de ser un país con una fe básica y unas pocas culturas diferentes a una nación con una gran variedad de culturas y creencias. Por fin hemos acogido la rica historia y las culturas asociadas a los pueblos indígenas de Canadá, que estaban aquí mucho antes que los colonos caucásicos. Esta historia también contiene muchas acciones negativas contra la población indígena, pero incluso el proceso de reconciliación puede y debe ser celebrado por todos.

Cuando hablamos de diversidad, también debemos recordar que quienes viven en la pobreza también presentan un trasfondo cultural triste y diferenciado. Todos podemos abordar de alguna manera esta cultura de desesperación y desesperanza. Cuando somos capaces de realizar cambios sistémicos que pueden conducir a ayudar a nuestros amigos y prójimos necesitados, esto se convierte en otro motivo de celebración. También debemos reconocer que las barreras a las que se enfrentan los que sufren la pobreza aumentan enormemente si el elemento del racismo sistémico es un factor a tener en cuenta.

Intentemos aprender más sobre nuestras múltiples culturas y celebrarlas de una forma más comunitaria.

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Sobre el autor:

Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.

«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».