Jesús vive.  Es por eso que lo ven y viven los que creen en él y lo aman.  A ellos no los deja de defender el Espíritu de la verdad.

Se despide Jesús de sus discípulos.  Pues le llega la hora de entregar su cuerpo y derramar su sangre.  Se entristecen ellos, por lo tanto, y se apenan.  Y para confortarlos, él les dice que pedirá al Padre que les dé otro Defensor, el Espíritu de la verdad.  Éste estará siempre con ellos y los va a defender de los con poder que los persigan, insulten y calumnien.  No, los discípulos no se quedarán sin amparo ni defensa, cual los huérfanos, las viudas, los forasteros.

Mas el Espíritu va a defender a los discípulos de tal modo que no les puedan ganar las persecuciones.  Ni los insultos ni las calumnias por hacer el bien.  Es decir, saldrán victoriosos ellos de todas las pruebas; nada los podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús.

Sí, le toca al Espíritu defender a los discípulos por confirmar y ahondar su fe y su amor.  Firmes y radicados en la fe y en el amor, verán a Jesús que no cesará de vivir.  Y vivirán también al igual que él mientras aman a los demás hasta el fin.  Lograrán gustar entonces la comunión entre el Padre y Jesús y ellos.

Y les quedará clara a los que comulguen con Jesús y el Padre esta verdad:  Dios es amor.  Captarán también la verdad de que el grano de trigo tendrá que caer en tierra y morir para dar mucho fruto.  La verdad de que perder la vida es ganarla.

Por lo tanto, al despedirse Jesús de los suyos, se inicia la obra del Espíritu de defender a los que no tienen a nadie que los ampare.  Y comienzan a verse fuertes y protegidos al admitirse débiles e indefensos.

Señor Jesús, no dejes de defender por medio del otro Defensor a los que nos decimos cristianos.  Que él nos abra los ojos para que captemos la verdad de que, seguirte a ti en servir, con amor abnegado y obediente, a tus «favoritos» es asegurar que tú nos salves y nos protejas (véase SV.ES III:359)

14 Mayo 2023
6º Domingo de Pascua (A)
Hch 8, 5-8. 14-17; 1 Pd 3, 15-18; Jn 14, 15-21