A lo largo de la vida, cada uno de nosotros aprendemos las historias de dónde encajamos y dónde no, y quiénes son nuestros buenos y nuestros malos compañeros de viaje. Lamentablemente, al menos a los ojos de Dios, para la mayoría de nosotros es cada vez más difícil evitar la trampa de construir muros en lugar de puentes.
Estamos atrapados en el «yoísmo» de vernos a nosotros mismos como el centro de toda vida y significado….. y todo lo demás es «ajeno».
Digo tristemente porque la visión de Dios es que cada uno pertenecemos al otro.
Afortunadamente, nuestros referentes en la Familia Vicenciana, Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, Federico Ozanam, Isabel Ana Seton y muchos otros, fueron constructores de puentes. Encarnaban la profunda convicción de que todos pertenecemos a Dios, que nos ama a todos… a pesar de las diferencias.
Jesús, el mejor constructor de puentes
Jesús siempre estaba tendiendo puentes, traspasando fronteras.
Basta con mirar el tipo de gente con la que Jesús se relacionaba:
- los «inmorales» (prostitutas y pecadores)
- los «marginados» (leprosos y enfermos)
- «herejes» (samaritanos y paganos)
- «colaboradores» (publicanos y soldados)
- los «débiles» y los «pobres» (que no tienen ni poder ni saber)
Jesús fue el constructor de puentes por excelencia. «El Verbo se hizo carne». Tendió un puente sobre la mayor brecha que podamos imaginar… la brecha entre Dios y la humanidad. Entró en nuestro mundo. Se hizo uno de nosotros.
No nos ganamos el amor de Dios. Recuerda, Dios nos tendió la mano y sigue tendiéndonos la mano incluso cuando estamos más lejos.
«¡Tú tienes que decidir!»
El Papa Francisco nos recuerda que debemos decidir si seremos constructores de puentes o constructores de muros. Escribe:
- La paz construye puentes, mientras que el odio construye muros. Debes decidir en la vida: o construyo puentes o construyo muros.
- Los muros dividen y el odio crece: cuando hay división, el odio crece. Los puentes unen, y cuando hay un puente el odio puede desaparecer, porque puedo oír al otro y hablar con el otro.
- Cuando das la mano a un amigo, a una persona, tiendes un puente humano. Haces un puente. En cambio, cuando golpeas a alguien, cuando insultas a otra persona, construyes un muro. El odio siempre crece con los muros.
- A veces puede ocurrir que quieras hacer un puente y ofrezcas tu mano, pero la otra parte no la toma; éstas son las humillaciones que debemos sufrir en la vida para hacer el bien.
- Pero siempre hay que tender puentes. Y tú has venido aquí: te detuvieron y te mandaron a casa, luego te arriesgaste en el puente para intentarlo de nuevo: ésta es la actitud correcta, siempre. ¿Hay alguna dificultad que me impida hacer algo?
- Vuelve atrás y luego sigue adelante, regresa y sigue adelante. Esto es lo que debemos hacer: tender puentes. No caigas al suelo, no digas: «Oh, no puedo», no: busca siempre la forma de tender puentes. Vosotros estáis ahí, con vuestras manos, ¡haced puentes, todos vosotros! Cogeos de la mano los unos a los otros. Quiero ver muchos puentes humanos. … Este es el plan de la vida: hacer puentes, puentes humanos.
No es ciencia ficción
Empieza con palabras sencillas.
He aquí algunas ideas sencillas que podemos utilizar para tender puentes en nuestros encuentros cotidianos. Jeff Bridges ofrece una reflexión en la revista Forbes: 15 frases que tienden puentes entre las personas. Considera la posibilidad de espolvorear estas frases en tus conversaciones diarias:
- Gracias
- No lo sé
- Cuéntame más
- Lo que te oigo decir es…
- Comprendo
Para reflexionar
- ¿Construir puentes es complicado para mí?
- ¿Con quién he tendido un puente hoy? ¿La semana pasada? ¿El mes pasado?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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