Jesús es el Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres. Y el Enviado, a su vez, no duda en enviar a sus discípulos.
Al enviar Jesús a sus discípulos, les da a entender que la misión de ellos forma parte de su misión. Pues les dice: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y no, no duda Jesús en enviar a los discípulos. A los que se reunen al anochecer en una casa con las puertas cerradas por miedo a los líderes judíos. Aunque dos de ellos, Pedro y el discípulo amado, ya muy de mañana encontraron vacío el sepulcro de Jesús. El último hasta «vio y creyó». Con todo, se adueñan de ellos la duda y el miedo, y no la confianza y la paz.
Mas no duda de sus discípulos frágiles el Maestro. Tal es su proceder para que otros obren con él. Y no los reprocha su falta de valor y fe. Pero al no dudar en enviar a esos discípulos, de hecho, los pide que salgan.
Es decir, no los quiere encerrados, paralizados por el miedo y las tinieblas, confundidos, faltando de dirección y orientación. De verdad, busca sacar lo mejor de la gente corriente y frágil
Enviar a los discípulos es pedirles que salgan para que sean la buena noticia de la que tienen experiencia por la fe.
Se presenta, pues, Jesús ante los aterrados. Se les muestra vivo a los que lo vieron morir crucificado. Y vivo de forma nueva, que las puertas cerradas no lo pueden impedir.
Sí, en medio de ellos se pone. Pues ha de estar una vez más en el centro, para que una vez más sean valientes y esperanzados. Para que anden en la luz y sepan también hacia cuál meta se han de encaminar y orientar.
Pero al enviar a los discípulos, Jesús no conreta lo que han de hacer o decir. No se les precisa cómo han de actuar y cumplir su misión. Les basta con saber que él pasaba haciendo el bien. Por lo tanto, han de ser los discípulos, allá afuera, lo que ha sido su Maestro: la Buena Noticia para los pobres, los necesitados de toda clase. La Buena Noticia de la misericoridia, de la paz, la comunión, de los lazos verdaderos por los que se atan unos a otros. No de los lazos falsos que se meten a escondidas para sembrar caos.
Exhala también Jesús sobre ellos el Espíritu Santo. Ese Espíritu será el que les concrete qué dirán y harán, y adónde irán y cómo actuarán. Él los guiará a la verdad plena. Los ayudará también para que crean de modo que capten al Resucitado aunque no lo ven. Por la fuerza del Espíritu, el amor de ellos se podrá hacer tan inventivo como el de Jesús (SV.ES XI:65). Inventivo hasta que entreguen su cuerpo y derramen su sangre por los demás.
Está de más decir que se nos pregunta a los que formamos la comunidad de amor de los discípulos de Jesús: ¿Somos la comunidad que quiere él que seamos? Puede ser que seamos cual los caracoles que por miedo apenas salen de sus conchas (SV.ES XI:397).
Jesús, Señor nuestro y Dios nuestro, nos quieres enviar para que seamos la Buena Noticia para los demás. Haz que la seamos por mantenernos fieles a lo que nos enseñas y a la vida común que nos has mostrado.
16 Abril 2023
2º Domingo de Pascua (A)
Hch 2, 42-47; 1 Pd 1, 3-9; Jn 20, 19-31
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