Karem El Zeitoun, donde se encuentra el dispensario de las Hijas de la Caridad, es un barrio popular y cosmopolita de Beirut (Líbano). Muchas familias de bajos ingresos están sufriendo de lleno la crisis económica y social que atraviesa el país. Desde finales de 2019 se ha producido una pérdida del 90% del valor de la libra libanesa. Los confinamientos de la Covid-19 y las explosiones en el puerto [el 4 de agosto de 2020, la zona portuaria de Beirut fue sacudida por dos explosiones masivas] han empeorado aún más las condiciones de vida de los libaneses, especialmente en este distrito.

Mientras los salarios permanecen invariables y los precios se disparan, más del 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Las familias ya no pueden pagar la matrícula de sus hijos. La matriculación en las escuelas cayó del 60% en 2021 al 43% en 2022, según un reciente informe de UNICEF. Los profesores piden que se les pague en dólares estadounidenses [debido a la inestabilidad de la libra libanesa] para seguir enseñando y para pagar sus desplazamientos, que se han encarecido mucho con el precio de la gasolina.

La hermana Rita El Khoury comenta: «La educación es objeto de ataques en este país. Las lagunas de aprendizaje son cada vez mayores, por eso hemos querido apoyar a los niños en estos tiempos difíciles dándoles clases particulares. Para ello, hemos puesto en marcha sesiones de tutoría con la ayuda de 5 jóvenes estudiantes (antiguos alumnos de nuestra escuela semi gratuita Saint Charles, que acoge a niños de familias modestas). [Nota de la redacción: Se supone que las escuelas «semigratuitas» reciben una subvención del Estado libanés, y que la otra mitad de la matrícula corre a cargo de los padres. Pero el Estado no paga nada desde hace varios años (Fuente: enseignement-catholique.fr). La población de la escuela semigratuita procede de zonas urbanas y rurales con ingresos limitados].

Teníamos previsto acoger a 70 niños este año, repartidos en dos aulas, una encima del dispensario y otra en el barrio, pero el propietario de la segunda nos pedía un alquiler de 300 dólares al mes, que evidentemente no podíamos asumir. Así que tuvimos que prescindir de ese local y reducir nuestras expectativas, acogiendo sólo a unos 20 niños.

También llevamos a los niños a un campamento de verano para que estuvieran ocupados durante las vacaciones escolares, mientras seguíamos dándoles clases particulares en previsión del inicio del curso escolar.

Beneficiarios

El campamento acogió a 30 niños de 7 a 12 años el verano pasado y, dado su éxito, nos pareció incluso más importante seguir impartiendo clases nocturnas una vez iniciado el curso escolar. Esto comenzó en octubre. 70 niños vienen a participar en diversas actividades a lo largo del año y 25 de ellos se benefician del estudio nocturno, dadas sus dificultades con la escuela.

Una empleada asalariada está a cargo, ayudada por una voluntaria francesa, sor Mary Hanna, HC y tres jóvenes estudiantes universitarias. Los estudiantes empleados se turnan según sus horarios universitarios.

Simón, un niño de 9 años acogido en el estudio nocturno, se siente a disgusto en la escuela, lo cual es lamentable, pero nos alegra poder apoyarle en sus dificultades. Hace poco nos dijo: «He venido a estudiar, no a jugar».

La historia de un joven llamado Cristo también merece ser contada. Tenía dificultades para leer con fluidez textos en árabe o francés y confundía los sonidos. Para ayudarle, organizamos un repaso diario de los sonidos y las letras, gracias a etiquetas impresas que puede mover para formar palabras; sesiones de lectura, copia y dictado con tarjetas ilustradas; y hojas de trabajo para escribir letras. Gracias a estas técnicas, pudimos avanzar con Cristo. También nos dimos cuenta de que necesitaba un seguimiento psicomotor, y le proporcionamos sesiones de psicomotricidad y logopedia en nuestro dispensario.

Este proyecto no habría sido posible sin vuestra ayuda.

En nombre de cada una de las familias de Karem El Zeitoun, queremos expresar nuestra más sincera gratitud y agradecimiento. Vuestro apoyo inquebrantable nos permite mantener viva la esperanza y seguir llevando a cabo nuestra misión a pesar del difícil contexto en el que vivimos.

Toda la comunidad de las Hijas de la Caridad así como los empleados del CPMI (Centre de Protection Maternelle et Infantile) se suman a mi agradecimiento de todo corazón por la ayuda que aportan en favor de estos jóvenes.

Le tenemos en nuestras oraciones; que Dios les bendiga.

Fuente: Projets Rosalie