La cita de hoy:
¿Tenemos la dicha de que Dios sea el dueño en nosotros, de forma que sus virtudes realicen sus operaciones en nosotros sin resistencia alguna? Hermanos míos, preguntémonos a nosotros mismos: «¿Hago yo lo que hacen esas almas? ¿Estoy pronto ante los atractivos de Dios, fiel a sus deseos, exacto en mis prácticas y dispuesto siempre a obrar según su voluntad?». Si es así, decid con entusiasmo lo mismo que decía nuestro Señor: «Como mi Padre que vive me ha enviado, por eso yo vivo por mi Padre». Estad seguros de que, si el Dios de las virtudes os ha escogido para practicarlas, vosotros vivís por él y su reino está en vosotros (3). Pero, si no es así, ¿qué habrá que hacer? Entregarnos a él sin regateos y sin reservas desde este momento, para que acepte disponernos a esta vida de elegidos y aparte de nosotros tanta voluntad propia y nuestros afanes de propia satisfacción, que es lo que impide que Dios resida apacible y absolutamente en nosotros.
Vicente de Paúl (SVP ES XI-3, p. 431-432) , Sobre la búsqueda del Reino de DIos, 21 de febrero de 1659.
Para pensar:
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