Cristo en las catacumbas
Nacida y bautizada en 1786, fue bajo el Reinado del Terror, durante la Revolución Francesa, cuando nació y se alimentó la primera vivencia de fe de la beata Rosalie Rendu. La pequeña Jeanne-Marie, llamada Marie por su familia, aprendió de sus padres la manera de ser sencilla y generosa. Desde muy pequeña, siguiendo su ejemplo, se mostró especialmente generosa y amable con los pobres y los enfermos.
Los sacerdotes y obispos que se negaban a prestar el «Juramento Civil del Clero» eran condenados a muerte. Muchos de ellos huyeron de Francia, y en su camino por Confort, un pueblo agrícola en las estribaciones de los Alpes, la familia Rendu les dio cobijo.
Se trataba de un riesgo real y grave, ya que la condena a muerte se extendía más allá del clero a cualquiera que pudiera darles cobijo. Fue en este mundo de grandes peligros, y con el ejemplo de la intrepidez de su madre en la práctica de su fe, cuando Rosalie se preparó y recibió su Primera Comunión. Su amigo y biógrafo, Armand de Melun, describiría más tarde el Sacramento:
«Para ella, este gran día estaba oculto en las tinieblas; ningún esplendor, ninguna fiesta marcaban su solemnidad; apenas se atrevían a encender una vela o a pronunciar una oración incluso en voz baja; pero en el fondo de esta cueva, en el seno de esta oscuridad pobre y silenciosa había, ante el altar, un sacerdote preparado para el martirio y una virgen que se comprometía con Dios, a quien recibía por primera vez, a amarle y servirle toda su vida, sirviendo a los pobres y a los humildes. Estos eran los misterios, los peligros, pero también las virtudes, de las Catacumbas»1.
Como Vicencianos, nuestro camino hacia la santidad incluye una especial «devoción a la Eucaristía»2 que compartimos en comunidad, especialmente en nuestros días de fiesta.3 Quizás cuando participemos de la Sagrada Comunión, podemos recordar a la beata Rosalía Rendu.
El ejemplo de santidad y valentía de la beata Rosalía puede haberse conocido mejor durante su largo servicio como Hija de la Caridad, pero comenzó cuando la pequeña Jeanne-Marie aceptó por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Cristo en una gruta a la luz de las velas, en una tierra devastada por la guerra.
Reflexiona
¿Mi devoción a la Eucaristía me consuela incluso en tiempos de grandes problemas y pruebas?
1 Viscount de Melun, «The Life of Sr. Rosalie», traducido por Fallon, Joseph, 1915, p. 6
2 Regla de la Sociedad de San Vicente de Paúl, Parte I, 2.2
3 Ibid, Parte III, Estatuto 9
Fuente: https://members.ssvpusa.org/formation/formation-resources/vincentian-reflections/
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