La cita de hoy:
Cuando el alma, en la oración, se inflama inmediatamente ¿qué necesidad hay de razones? Por ejemplo, cuando una persona necesita luz en el sitio donde está, ¿qué es lo que hace? Toma su eslabón y hace fuego, luego acerca la mecha y enciende una vela. Cuando ha hecho esto, se queda tranquila; ya no le da más al eslabón ni va a buscar a nadie para que le dé fuego, porque ya tiene, ya no necesita nada, ya lo hizo, ya tiene la luz suficiente para iluminar. Así también, cuando un alma, tras haber entrado en la oración y considerado una razón, si esa razón le basta para inflamar su voluntad en el deseo de la virtud o en la huida del vicio, y es suficiente para hacerle ver la belleza de aquélla o la falsedad de éste, ¿qué necesidad tiene entonces esa persona de ir a buscar razones en otra parte? Todo esto serviría únicamente para intranquilizarla y producirle dolores de cabeza y de estómago.
A continuación, ¿qué es lo que hay que hace? ¿Hay que quedarse allí y contentarse con verse inflamado y convencido del tema que se medita? No; hay que pasar a las resoluciones y a los medios de adquirir la virtud o huir del vicio que se medita. Si se trata de una virtud, hay que ver también los impedimentos, las ocasiones que nos pueden hacer caer en el vicio contrario, y tomar así los medios proporcionados y ponerlos en ejecución; y esto, ¡Dios mío!, desde ahora: quiero empezar enseguida, y para ello me propongo hacer tal y tal cosa.Vicente de Paúl (SVP ES XI-3, p. 163), repetición de oración, 16 de agosto de 1655.
Para pensar:
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