Un regalo sorpresa del papa Francisco

por | Feb 17, 2023 | Formación, John Freund, Reflexiones | 0 comentarios

Para mi asombro, las palabras del papa Francisco durante el Ángelus del 29 de enero parecía que comentaban una anterior reflexión que escribí. Por supuesto, sé que nunca la leyó… ¡pero su reflexión durante el Ángelus ciertamente se ajustaba!

Comprueba si estás de acuerdo con sus comentarios sobre «Bienaventurados los pobres de espíritu».

El papa Francisco comienza con una pregunta

¿Quiénes son los «pobres de espíritu»?

«Son aquellos que saben que no se bastan consigo mismos, que no son autosuficientes, y viven como ‘mendicantes de Dios’: se sienten necesitados de Dios y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia. Quien es pobre de espíritu atesora lo que recibe.

«Por eso desea que ningún don se desperdicie«

«Hoy quisiera detenerme sobre este aspecto típico de los pobres de espíritu: no desperdiciar. Los pobres en espíritu buscan no desperdiciar nada«.

Continúa con las implicaciones

«Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda (cfr. Jn 6,12)».

«No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas».

«Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y la cultura del descarte: ambas son una peste».

«Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del derroche y del descarte«.

«Primer desafío: no desperdiciar el don que nosotros somos».

«Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso».

«Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo que somos.  Y cuando una persona se deja ir y se abandona, se desperdicia a sí misma. Luchemos, con la ayuda de Dios, contra la tentación de considerarnos inadecuados, equivocados, y de compadecernos a nosotros mismos».

«Después, segundo desafío: no desperdiciar los dones que tenemos«.

«Resulta que en el mundo cada año se desperdicia cerca de un tercio de la producción total de alimentos. ¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así».

«Los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, difundamos una ecología de la justicia y de la caridad, del compartir!».

«Finalmente, tercer desafío: no descartar a las personas».

«La cultura del descarte dice: te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para mí, te tiro».

«Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos».

«Pero las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar!».

«Cada uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre!  ¡No descartemos la vida!».

Plantea algunas preguntas personales

«¿Creo que Él me ama o me dejo ir con tristeza, olvidando que soy un don?».

Y también:

  • ¿Estoy atento a no desperdiciar?
  • ¿Soy responsable en el uso de las cosas, de los bienes?
  • ¿Y estoy dispuesto a compartirlos con los otros o soy un egoísta?

Finalmente:

  • ¿Considero a los más frágiles como dones valiosos que Dios me pide que custodie?
  • ¿Me acuerdo de los pobres, de quién está privado de lo necesario?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk

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