En una anterior reflexión («¡Imagínalo!«) medité en la Imaginación de Dios y en el don que Dios nos hace de la imaginación.

Hoy te pido que imagines dónde esperarías que Jesús comenzara su misión y a quién elegiría.

¿Cómo empezar y elegir ayudantes?

¿Por dónde empezarías tú?

¿Trabajarías de fuera hacia dentro… o de dentro hacia fuera?

¿Empezarías en el corazón del mundo judío, Jerusalén?

¿O empezarías fuera, en territorio hostil?

¿A quién elegirías para ayudarte?

¿Harías un llamamiento para conseguir los mejores currículos de los mejores sacerdotes y políticos?

¿O irías a las carreteras y caminos y convocarías a gente corriente?

Pasar de la expectativa a la historia

Durante la mayor parte de los próximos 30 domingos, los católicos escucharán fragmentos del Evangelio de Mateo. Escucharemos la versión de Mateo de cómo Jesús, el Verbo hecho carne, se preparó y comenzó a difundir esa Buena Noticia.

Mateo relata en primer lugar el comienzo de la misión de Jesús anunciando el «reino de los cielos». Este reino no implica la instauración de un nuevo poder político, sino el cumplimiento de la alianza entre Dios y su pueblo, que inaugurará una época de paz y justicia.

¿Cómo se preparó Jesús? ¿Por dónde empezó? ¿A quién llamó?

Me impresionó la reflexión del papa Francisco sobre estas cuestiones.

¿Dónde empezó Jesús?

El papa Francisco señala que salió de Nazaret. Se estableció en Cafarnaún, un importante centro a orillas del lago, habitado en su mayoría por paganos, y encrucijada entre el Mediterráneo y el interior de Mesopotamia.

«Esta elección indica que los destinatarios de su predicación no son sólo sus compatriotas, sino todos los que llegan a la cosmopolita «Galilea de los gentiles»: así se llamaba. Vista desde la capital Jerusalén, aquella tierra es geográficamente periférica y religiosamente impura, porque estaba llena de paganos, por la mezcla con quienes no pertenecían a Israel».

«Ciertamente de Galilea no se esperaban grandes cosas para la historia de la salvación. Y sin embargo, justamente desde allí se difunde […] la luz de Cristo. Se difunde precisamente desde la periferia».

¿A quién llamó Jesús?

«Jesús elige ser un profeta itinerante. No se queda esperando a la gente, sino que se dirige a su encuentro».

«Sus primeras salidas misioneras tienen lugar alrededor del lago de Galilea, en contacto con la muchedumbre, en particular con los pescadores».

«Allí Jesús no sólo proclama la llegada del Reino de Dios, sino que busca compañeros que se asocien a su misión de salvación».

«En este mismo lugar encuentra dos parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan; les llama diciendo: ‘Venid conmigo y los haré pescadores de hombres'».

«La llamada les llega en plena actividad de cada día: el Señor se nos revela no de manera extraordinaria o asombrosa, sino en la cotidianidad de nuestra vida«.

«Ahí debemos encontrar al Señor; y ahí Él se revela; […] y ahí —con este diálogo con Él en la cotidianidad de nuestra vida— cambia nuestro corazón».

La invitación de Francisco

La respuesta de los cuatro pescadores es inmediata y rápida: «En seguida dejaron las redes y le siguieron».

«Que la conciencia de estos inicios suscite en nosotros el deseo de llevar la palabra, el amor y la ternura de Jesús a todo contexto, incluso a aquel más dificultoso y resistente».

«¡Llevar la Palabra a todas las periferias! Todos los espacios del vivir humano son terreno al que arrojar las semillas del Evangelio, para que dé frutos de salvación».

La semana que viene, Mateo empieza a mostrar a la gente corriente cómo es vivir en el Reino.

Hoy…

¿Cuántos de nosotros habríamos empezado desde el exterior?

¿Podemos realmente imaginarnos siendo elegidos en medio de nuestra vida cotidiana para difundir la «Buena Nueva»?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk