Este mes de febrero, cuando se celebra en Norteamérica el Mes de la Historia Negra, es importante que reconozcamos las contribuciones de las Hermanas Pat Haley y Julian Griffin, que fueron pioneras en la comunidad católica negra y han dejado un impresionante legado.
Sor Julian Griffin fue la primera afroamericana en ingresar a las Hermanas Vicencianas de la Caridad, que más tarde se fusionaron con las Hermanas de la Caridad de Nazaret. Se dedicó a la educación y al trabajo social en Montgomery (Alabama) y Savannah (Georgia). Ayudó a crear el Centro de Salud «Westside Comprehensive» y fundó el Consejo Católico Negro de Savannah y el Centro de Investigación «Coastal Empire».
De familia baptista, sor Julian recibió una educación católica de las Hermanas Vicencianas de la Caridad en la Misión Madre María de Phenix City, Alabama. Se convirtió al catolicismo a los 15 años.
Sor Julian es recordada como una persona visionaria, amable, divertida y cariñosa, y su vocación fue y sigue siendo una inspiración para muchas. En la iglesia de San Benito el Moro de Columbus, Georgia, donde sor Julian profesó sus votos perpetuos, se la recuerda en una vidriera situada en el vestíbulo de la iglesia, cerca del coro.
Mientras que sor Julian ingresó en las Hermanas Vicencianas de la Caridad en 1962, la Hermana Pat Haley fue la primera postulante afroamericana de las Hermanas de la Caridad de Nazaret, ingresando poco tiempo después.
Sor Pat conoció a las Hermanas de la Caridad de Nazaret mientras asistía a la Colegio de la Sagrada Familia en Ensley, Alabama. Ingresó en la Congregación, hizo los votos en 1966 y se licenció en educación primaria y sociología en el Nazareth College [universidad en Pittsford, Nueva York]. Más tarde cursó estudios de posgrado en administración gubernamental y planificación urbana en la Universidad de Louisville.
«Tuvo que tener mucho valor para entrar en el noviciado en las Hermanas de la Caridad de Nazaret, una congregación totalmente blanca», comentó sor Theresa Knable, SCN, durante el obituario sobre la vida de sor Pat, en su funeral. Sor Theresa recordaba cómo cada día, durante el almuerzo, sor Pat se reunía con los empleados afroamericanos de Nazaret para dialogar con ellos sobre la iglesia y los acontecimientos actuales.
«Era muy valiente a la hora de decir la verdad a las líderes, cuando veía prácticas que eran discriminatorias», dijo la hermana Theresa.
Sor Pat ejerció su ministerio en Filadelfia, Nueva Orleans, Florida y Kentucky, donde fue la primera hermana afroamericana en servir en la archidiócesis de Louisville. Tuvo un papel decisivo en la creación de la Oficina para Católicos Negros de la Archidiócesis de Louisville, que más tarde se convirtió en la Oficina de Ministerio Multicultural. En Nueva Orleans, sor Pat fue una de las primeras profesoras del Instituto de Estudios Católicos Negros y coordinadora del Programa de Enriquecimiento Espiritual, influyendo en la vida de muchos jóvenes religiosos negros. En Florida trabajó como coordinadora del Ministerio Católico Negro con la Diócesis de San Petersburgo, como profesora y en el ministerio de prisiones en un centro de detención juvenil.
Ambas hermanas se cuentan entre las primeras fundadoras de la Conferencia Nacional de Hermanas Negras (NBSC), una organización que reúne a religiosas católicas negras y asociadas. Según su página web, la NBSC se proponía «constituir una voz firme y cohesionada en apoyo de la dignidad y los derechos de las mujeres de color, en la creación de sistemas de tutoría y apoyo para las mujeres negras en formación religiosa, en la educación de la familia afroamericana y en la lucha contra el pecado del racismo, que sigue impregnando nuestra sociedad y nuestra Iglesia mientras trabajamos incansablemente por la liberación del pueblo afroamericano».
Las Hermanas asistieron a la primera reunión de la NBSC en el verano de 1968 y pasaron a formar parte de la junta ejecutiva. Más tarde, sor Pat fue elegida presidenta de la conferencia, y durante mucho tiempo promovió las vocaciones de mujeres negras en Estados Unidos.
Sor Pat y sor Julian eran apreciadas y queridas por muchas Hermanas de su comunidad, pero ni siquiera ellas fueron inmunes a la discriminación racial de la época. Como estudiante de último curso en mayo de 1963, sor Pat se volvió muy activa en el movimiento de los Derechos Civiles en el sur. Como presidenta del consejo estudiantil, organizó a sus compañeras en manifestaciones no violentas contra la segregación. Mientras participaba en las marchas juveniles de Birmingham, ella y otros estudiantes fueron detenidos y encarcelados por defender sus derechos.
En una ocasión, sor Julian viajaba con otras Hermanas a Georgia para hacer sus votos cuando al grupo se le negó el servicio en una gasolinera, al ver el empleado a la Hermana negra y a su familia. Con sólo gasolina suficiente para llegar a la siguiente gasolinera, sor Julian y su familia se escondieron bajo unas mantas, en el suelo de un autobús, para que el grupo pudiera comprar gasolina y llegar sanas y salvas a su destino.
Incluso entre las comunidades religiosas, las jóvenes hermanas sufrieron prejuicios. En una entrevista de 2016, sor Depaul Zluky, que estaba entre las que habían viajado con sor Julian y su familia para hacer los votos, contó cómo a la hermana Julian se le negaron lugares donde alojarse mientras estaba de misión en Savannah. Afortunadamente, fue acogida por un grupo de Hermanas irlandesas después de que se enteraran de que se alojaba sola en un apartamento porque otras no la acogían.
A pesar de las dificultades, las dos Hermanas se consagraron a su fe y a sus comunidades. Mejoraron la vida de las generaciones futuras con sus diversos ministerios y trabajos a lo largo de los años, y siguieron comprometidas con su vocación. Aunque ya han fallecido, dejaron un impacto duradero como poderosas voces del movimiento católico negro de los años sesenta y setenta del siglo XX.
Kacie Emmerson
Fuente: https://nazareth.org/
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