Fortaleza es la capital del estado de Ceará, situado en la región noreste de Brasil. La ciudad cuenta con un clima tropical con altas precipitaciones y humedad, excepto durante la estación seca, de agosto a diciembre. Fue la tercera ciudad de Brasil en ser declarada catástrofe sanitaria por la llegada de la pandemia en 2020. El número de infectados y muertes fue alarmante. Las medidas gubernamentales para frenar el contagio desestabilizaron económicamente a gran parte de la población, aumentando el desempleo y la pobreza.
Los más vulnerables, al tener que abandonar sus hogares de forma repentina, se unieron a las numerosas persoans sin hogar que vivían en las calles o bajo los viaductos de la gran capital, enfrentándose con demasiada frecuencia a la indiferencia general de la sociedad.
La iniciativa de las Hijas de la Caridad de atender a las personas de la calle se puso en marcha en 2020, para garantizar el acceso a la higiene en plena pandemia de la Covid 19.
Sor Patricia da Silva Gomes afirma:
«Nuestras necesidades prioritarias eran poder comprar todos los artículos de higiene necesarios para el buen funcionamiento de nuestras duchas móviles, puestas a disposición de las personas sin hogar de la región. Gracias a generosos donantes, recibimos algunos fondos (a través de Projets Rosalie) el 10 de marzo de 2022. Pudimos comprar toallas, pañales, ropa para niños, carne para facilitar comidas de calidad, alimentos no perecederos…».
La vulnerabilidad de las personas que viven en la calle y la inseguridad alimentaria son problemas crecientes en Brasil, y el proyecto «Duchas benéficas» ha tenido un impacto positivo en la flagrante realidad de la pobreza. Necesidades básicas como el acceso a una ducha, productos de higiene, ropa limpia y atención sanitaria eran un lujo fuera del alcance de la población de la calle, antes de este proyecto.
El proyecto es transformador y devuelve el sentido de la dignidad a la gente de la calle.
Hermosos testimonios
Cicero das Chagas lleva 10 años viviendo en la calle y está muy agradecido por el impacto de este proyecto en su vida:
«Antes no teníamos dónde mantener una buena higiene y alimentarnos. Ahora, con el proyecto de las Hijas de la Caridad, tenemos ropa limpia, una ducha diaria, productos de higiene… cosas que nos hacen sentir a gusto. Cuando estamos enfermos, las hermanas nos cuidan y curan nuestras heridas, también escuchan nuestras historias y nos consuelan para que no nos sintamos invisibles a la sociedad. El mejor momento del día es cuando vienen a nuestro encuentro».
Januario Bezerra lleva más de 20 años viviendo en la calle y dice:
«El hambre duele mucho… Pero hoy estamos seguros de que las Hermanas ya no nos dejarán morir de hambre ni de sed. Cuando tenemos hambre, vienen con buena comida, sabrosa y de calidad. Todos sabemos que todo lo que hacen las Hermanas es bueno y de calidad porque lo hacen con amor.»
«¡Las duchas benéficas son nuestra alegría! Tenemos la certeza de no ser juzgados por nuestra pobreza, sino de ser acogidos y cuidados por las manos de las Hermanas, antes de dormir limpios y oliendo bien» (Josivaldo Cruz).
Fuente: Les Projets Rosalie
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