Incluso a los 85 años, durante nuestra última llamada telefónica, ¡yo era su «hermano pequeño»!

He aquí mi reflexión de despedida en la Eucaristía celebrando su Resurrección.

¿Por qué estamos aquí?

Quizás parezca una pregunta extraña. La verdad es que no lo es.

Podemos estar aquí por muchas razones.

• Rezar por la felicidad eterna de mi hermana
• Decir adiós
• Empezar a dar sentido a nuestras vidas sin ella

Probablemente sea un mezcla de las tres cosas, en diferentes grados, dependiendo de nuestras relaciones.

Retrocedamos un momento

Todos nos encontramos en un viaje y nuestros viajes tienen un patrón y se superponen más de lo que pensamos.

Todos nos hallamos en un viaje hacia la «frontera final».

Aunque cada uno de nuestros tránsitos es diferente, hay un patrón que todos compartimos… el crecimiento a través del cambio. Desde la concepción hasta la muerte. Estamos constantemente en un proceso de cambio. Y hay patrones bien establecidos para estos cambios.

La concepción, con la cooperación de las madres y los padres, el que llamamos Dios nos dio la semilla de la vida.

Esa semilla fue protegida y alimentada en el seno materno… hasta que ese entorno se volvió constrictivo e hicimos el peligroso y doloroso pasaje del útero, un proceso llamado nacimiento a la vida independiente… más o menos.

Fuera del vientre materno, pronto nos dimos cuenta de que dependíamos totalmente de nuestros padres. Pero seguimos creciendo y aprendiendo a lo largo de las distintas etapas de la infancia.

Durante la adolescencia, con mucha confusión, nos dimos cuenta de que teníamos nuestras propias vidas que protagonizar. Llamamos a ese proceso «individuación».

En el curso normal de los acontecimientos, trazamos nuestros propios caminos vitales.

Finalmente, nos encontramos ante la verdadera «frontera final», más o menos conscientes de que nuestras vidas están limitadas en el espacio y en el tiempo.

Algunos creen que nunca traspasaremos esa barrera. La muerte es el fin de la vida.

Otros ven más allá.

Patrón recurrente

¿Os dais cuenta? Morir y resucitar. En cada etapa, tenemos que renunciar, o morir, a lo que habíamos estado alimentando para poder crecer. Morimos a las limitaciones de una etapa de la vida para alcanzar una forma de vida nueva y más plena.

En cada uno de estos pasajes, o muertes, hay una mezcla de regocijo… y tristeza.

Pensemos en el orgullo y la alegría de los padres cuando sus hijos se gradúan o se casan. Se alegran por su hijo, … pero también sienten la pérdida de cómo eran las cosas. Una fase de sus vidas ha terminado… pero el amor no. Su amor cambia y continúa de una manera nueva.

La «Frontera Final»

Los cristianos creemos que todos rompemos las barreras del espacio y del tiempo. Entramos en la plenitud de la eternidad que «ojo no vio, ni oído oyó». Creemos que el Verbo se hizo carne para mostrarnos que rompemos esa frontera final y pasamos a algo eterno. Jesús murió y resucitó para mostrarnos que ése es nuestro destino eterno.

Antes de seguir, permítanme ofrecer una pista secular de lo que «ojo no ha visto».

Steve Jobs fue el fundador de lo que se ha convertido en un negocio de un billón de dólares. Mientras agonizaba rodeado de sus seres queridos, sus ojos parecían ir más allá de ellos. En esos últimos momentos, su respuesta a lo que aparentemente vio… «¡Vaya, vaya!».

¡Piensen en eso!

Volviendo a la pregunta «¿por qué estamos aquí?»

No me cabe duda de que mi hermana Alice ha entrado en el «asombro de la Eternidad». Hoy celebramos su muerte y su resurrección a una vida que sólo podemos imaginar.

Pero nuestras vidas también han cambiado. Continuamos en esta tierra.

Lloramos la pérdida de relacionarnos con ella de la forma en que estábamos acostumbrados. Ya no está disponible como antes.

Esta fue la experiencia de los seguidores de Jesús. Tuvieron que aprender a relacionarse con él de una manera nueva.

Él les preparó para esta nueva relación. «Todo lo que hagáis al más pequeño de mis hermanos y hermanas, a mí me lo hacéis».

Eso no era poesía.

Luego, la noche antes de morir, les desafió a ver más allá de la superficie.

«¿Entendéis lo que he hecho? Os he lavado los pies. Lavaos los pies los unos a los otros. Hacedlo en memoria mía».

Otra pista secular. La exitosa película «Pay it Forward» [traducida al español como «Cadena de favores»] invirtió el dicho «Págalo de vuelta». Cuando alguien te haga un regalo, no intentes devolverle a él el detalle. «¡Dale el regalo a otro!» Dale ese obsequio a otra persona como regalo.

El regalo que mi «hermana mayor» le hizo a su «hermano pequeño»

Poco antes de mi ordenación, me escribió sobre su propia experiencia de conciencia de ser amada. «Intento ayudar a otros a tomar conciencia de ser amados».

Ni ella ni yo nos dimos cuenta entonces de lo maravillosamente que ella expresaba la «Buena Nueva» que encarnaba Jesús, el Verbo hecho carne.

Casi 60 años después de que me escribiera eso, ahora me doy cuenta a un nivel mucho más profundo de cómo esas palabras resumen lo que significa ser cristiano, vicenciano y sacerdote.

«Al», gracias por esas palabras que dieron forma a mi vida. ¡Ayúdame a vivirlas hoy!

Hoy despedimos su presencia entre nosotros en el espacio y en el tiempo. Le doy las gracias por esas palabras. Seguiré intentando vivir esas palabras que tan bellamente resumieron la vida de Jesús y su petición al morir.

Intentaré, como ella intentó, transmitir esa conciencia de ser amado.

Que cada uno de nosotros la honre viviendo lo que ella intentó vivir.

Como ella intentó tantas veces, cambiemos nuestro amor de lo que hay en ello para mí a cómo puedo ayudar a otros a darse cuenta de que ellos también son amados.

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk