Jesús el el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Nos toca fijar los ojos en él y dar testimonio de él.
Y damos gracias a Dios por dar a conocer esto a Juan Bautista y por enviarle a dar testimonio de ello. Que Dios nos conceda la gracia de mirar de modo detenido y con amor a su Cordero. Y también de dar testimonio de él.
Claro, dar testimonio de Jesús quiere decir que hay que apreciar mucho, en primer lugar, que él se nos acerca. Que nos hemos de quedar atónitos y asombrados frente al que se quiere encontrar con nosotros. ¿No sería una lástima que reconociésemos su presencia del mismo modo que lo hacemos, no rara vez, en la oración? Es decir, por mera rutina y a la ligera. Encontrarnos con él de esa forma poco nos ayuda a conocerle a Jesús por el Siervo de Dios, por el Ungido con el Espíritu Santo. Y por el Hijo de Dios.
Pero los que logran conocerle a Jesús de verdad por el Siervo, el Mesías y el Hijo de Dios no pueden sino dar testimonio de él. Y no dejan de dar testimonio de él fervorosos, alegres, generosos, audaces, llenos de amor hasta el fin y de vida contagiosa (véase EG 261). Afrontan el reto que les plantea la proclamación de que Jesús es el Cordero de Dios. De que quita él el pecado del mundo (Jn 19, 36; Hch 8, 32; Heb 9, 13-14; 1 Pe 1, 18-19).
De hecho, por su modo de vivir, logran dar testimonio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Es decir, los que conocen a Jesús de verdad encarnan la nueva vida que proclaman como testigos de él. Por lo tanto, hacen su parte para quitar el pecado del mundo, la codicia de poder y de riqueza que no se puede saciar. Y contagian la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Señor Jesús, concédenos poder dar testimonio de ti con nuestra vida. Nos das de comer tu cuerpo y de beber tu sangre para que vivamos; haz que también demos de comer y de beber a los demás para que vivan. Y así como vivimos, pues nos nutres con tu cuerpo y tu sangre, que así también vivan los demás, pues nos entregamos por ellos. Déjanos acudir a ti, ocultarnos en ti y llenarnos de ti, de modo que vivamos al igual que tú y muramos al igual que tú (véase SV.ES I:320).
15 Enero 2023
2º Domingo de T.O. (A)
Is 49, 3. 5-6; 1 Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34
0 comentarios