En verdad, esa simple pregunta esconde muchos niveles de significación.

En una conversación cotidiana, puede significar que la Navidad pasó volando en un abrir y cerrar de ojos. En un contexto cristiano, puede significar si fuiste a la iglesia en Navidad.

En esta reflexión me pregunto si la Navidad es la celebración de un momento en el pasado o algo que tiene lugar en tu vida cada día.

María como madre

Todos conocemos la historia del nacimiento de Cristo… María, el nacimiento de Jesús, un pesebre, pastores, reyes magos, etc…

Pero, ¿comprendemos que la maternidad de María fue parte de un proceso?

María dio a luz a Cristo como parte de un proceso. El proceso implica cosas antes y después del momento del parto. La maternidad incluye la concepción, el embarazo, la crianza, la protección y el crecimiento mutuo.

El nacimiento forma parte de un proceso

La mujer gesta, nutre y protege lo que crece en su interior hasta que es lo suficientemente fuerte como para que pueda vivir por sí solo, fuera de ella.

El proceso de gestación suele ir acompañado de náuseas, mareos matutinos y distensiones cutáneas que pueden dejar cicatrices permanentes en el cuerpo.

El parto se produce en el curso normal de los acontecimientos. Lo que ella ha alimentado y cultivado en su interior busca un nuevo nivel de vida. Por lo general, esto será terriblemente doloroso.

Los dos partos de la «Maternidad»

Toda madre necesita dar a luz dos veces, una biológica y otra en la fe para que un bebé se convierta en adulto.

A medida que su hijo crece, madura y adquiere personalidad y destino propios, la madre, en un momento dado, debe reflexionar (como hizo María). Debe esforzarse por comprender, por el desconocimiento, por la tensión, por el desprendimiento. Debe dejarlo libre para que sea él mismo algo que una vez fue tan intensamente suyo. Los dolores del parto son a menudo suaves comparados con este segundo y prolongado desgarro.

Dar a luz a Cristo

María pasó por todo esto para dar a Cristo al mundo:

• Embarazo por el Espíritu Santo;
• gestación del niño en su interior;
• dolor insoportable al darlo a luz al exterior;
• crianza de esa nueva vida hasta la edad adulta;
• y ponderar, desprenderse con dolor para que esa nueva vida sea propia, no de ella.

María fue una madre maravillosa, pero en formas que iban mucho más allá del simple hecho de dar a luz. Escuchó la palabra de Dios y la cumplió.

Esa obediencia, más que la mera maternidad biológica, dio al mundo tanto a un Jesús niño como a un Cristo adulto.

En todo esto, ella es el ejemplo de una persona llena de fe que no sólo escucha la palabra de Dios, sino que vive la palabra de Dios desde la fe.

También nuestra tarea es dar a luz a Cristo. María es el paradigma para hacerlo.

Perdernos nuestro papel en el nacimiento de Cristo hoy

Y en esto, María quiere imitación, no mera admiración.

A cada uno de nosotros, hombres o mujeres, se nos pide que hagamos nuestra propia aportación para dar cuerpo a Jesús en nuestro desordenado mundo.

De ella tomamos el modelo de los cumplidores de la Palabra:

• Deja que la Palabra de Dios eche raíces y te empape;
  
• Gestadla dándole el sustento nutritivo de vuestra propia vida;
  
• Sométete al dolor que se exige para que nazca al exterior;
  
• Pasa años cultivándola desde la infancia hasta la edad adulta; y
  
• Reflexiona, aceptaa el dolor de no comprender y de desprenderse.

Así pues, ¡la Navidad no ha terminado! Empezó con María, pero a cada uno de nosotros se nos pide cada día que hagamos nuestra propia contribución para dar carne a la Palabra de Dios en el mundo de hoy.

¿Eres consciente de ser portador de Cristo en nuestro mundo?

(Soy deudor de algunas ideas citadas de Ronald Rolheiser: “Mary as a Model of Faith [María como modelo de la fe], de 2003).

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk