Mientras estaba sentado con mi mujer en Nochevieja viendo descender la Bola de Times Square en Nueva York, fue, como siempre, estupendo ver tanta alegría, amor, reflexión y esperanza por lo que este nuevo año 2023 pueda traernos. Lamentablemente, para muchos de nosotros, la realidad se impone el 2 de enero, cuando nos enfrentamos a los mismos problemas de siempre: el trabajo, la familia, el aumento de los precios de los alimentos y la gasolina y la continua agitación política en todo el planeta.

En 2022 vimos por fin algunos signos de que Covid 19 disminuía, pero no desaparecía. Contemplamos la invasión de Ucrania por Rusia. En los EE.UU., las elecciones de mitad de mandato han llegado y en su mayoría se han ido con la retórica habitual de ambos lados de una división cada vez más profunda entre varias facciones políticas que probablemente continuará y crecerá hasta las elecciones de 2024. En Canadá estamos estrechamente conectados tanto geográfica como económicamente con Estados Unidos y, sin embargo, nos esforzamos por mantener esas diferencias que forman parte de nuestro propio carácter. Todavía podemos ver un nivel bastante bueno de colaboración entre políticos, aunque también tenemos algunas voces enérgicas de grupos marginales. El nivel de violencia armada es mucho menor aquí, pero sigue siendo una preocupación creciente en las grandes zonas urbanas. Seguimos luchando por la reconciliación con los pueblos indígenas, pero la visita papal del verano pasado nos animó.

Aunque todas estas cuestiones son reales e importantes, es necesario renovar nuestros esfuerzos en relación con los verdaderos problemas del momento. La pobreza (especialmente entre las personas de color), la falta de vivienda, el hambre, los problemas medioambientales y un salario mínimo vital para todos son sólo algunas de nuestras preocupaciones.

2023 nos trae grandes esperanzas de un futuro mejor y quizá sea el momento de renovar nuestros esfuerzos para implicar, animar y permitir que nuestros prójimos necesitados hagan oír su voz. Este reto es sencillo de conseguir. Comienza escuchando a nuestros prójimos necesitados y tratando de encontrar a Jesucristo en todas y cada una de las personas con las que nos encontramos. Si nuestra renovación de esfuerzos se centra en el BIEN COMÚN de todos, nos sorprenderá lo mucho que podemos conseguir.

Disfrutemos de todas las alegrías de la familia y los amigos, tanto antiguos como nuevos en 2023. Mantengámonos seguros, sanos y fieles a nuestro carácter y valores vicencianos.

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.

«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».