Jesús, el Hijo del Hombre, ha venido a buscar y a salvar lo que está perdido. Para él no hay casos perdidos.
Se nos dice que Zaqueo es jefe de publicanos y rico. Esto da a entender que, a los ojos de los hombres, él no se puede salvar.
Por encima de ser publicano, es rico él. Se le hace duro, por lo tanto, alcanzar la salvación. Jesús ya dijo antes: «Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios».
Y ese dicho los hizo a los oyentes preguntar: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?». Menos mal que al momento los puso tranquilos Jesús, pues les dijo: «Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios».
Lo imposible es posible también para el Enviado de Dios, Jesús. Éste puede salvar a los que por medio de él se acercan a Dios. Puede salvar a Zaqueo.
Y busca tal pecador ver a Jesús, pero se lo impide la gente, pues es bajo de estatura. Pero corre él resuelto para adelantarse a la gente. Luego se sube a una higuera.
Tal esfuerzo se gana la mirada de Jesús; el buscado se deja hallar. Y no solo mira al que se porta como un chaval (de los pequeños es el reino de Dios). También le dice: «Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que alojarme en tu casa». Y muy contento hace éste lo que se le ha dicho.
Mirar como mira Jesús para salvar a los perdidos
Pero al darle gusto a Zaqueo, Jesús provoca a la vez disgusto en la gente. Todos se quejan de que él se hospeda en casa de un pecador. El pecador, a su vez, se pone en pie, se decide convertirse de la codicia al amor y la justicia. Y esto da a entender que arrepentirse es comprometerse a liberar a los pobres y explotados (Gustavo Gutiérrez).
Jesús, por su parte, da por buena la conversión de Zaqueo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa; él también es hijo de Abrahán». Afronta además a los murmuradores: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que está perdido».
El Hijo del Hombre, sí, y cómo mira él, eso es lo decisivo. En primer lugar, mira él con los ojos de misericordia propios de Dios. En segundo lugar, no mira desde la observancia estricta del fariseísmo, del clericalismo. Mira, más bien, desde de las necesidades de las gentes que se le presentan cual ovejas sin pastor. En tercer lugar, mira desde la universalidad, que todos somos uno.
No, el mirar de Jesús, de su Padre, no es el mirar de los hombres; se deja hallar por los que le buscan (Is 55, 6. 8). Su designio es salvar, no juzgar; le hallan los que le buscan de todo corazón (Jer 29, 11. 13).
¿Miramos como mira Jesús? ¿Tenemos el espíritu del que se compadece de todos hasta entregar su cuerpo y derramar su sangre?
Señor Jesús, concédenos ver con las luces de la fe a los pobres y a los considerados casos perdidos por el mundo, y tenerlos en el aprecio en que tú los tienes (SV.ES XI:725). Déjanos ayudarte a salvar a los perdidos. Y consíderanos dignos de nuestra vocación.
30 Octubre 2022
31º Domingo de T.O. (C)
Sab 11, 22 – 12, 2; 2 Tes 1, 11 – 2, 2; Lc 19, 1-10
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