La educación es un derecho humano. La educación es un bien público común. Todos los niños y jóvenes tienen derecho a ir a la escuela y aprender. Una educación de calidad desde la primera infancia puede transformar a cada niño en un ciudadano extraordinario. De hecho, la educación transforma el mundo. Nuestros gobiernos no han invertido en educación y, a su vez, han sacrificado el futuro de muchas generaciones. Según un informe de UNICEF, solamente uno de cada tres niños de diez años en el mundo puede leer y comprender un relato simple. En su discurso de apertura, el Secretario General Antonio Guterres afirmó que «en lugar de ser el gran facilitador, la educación se está convirtiendo en un gran divisor». Los ricos y los privilegiados tienen acceso a los mejores recursos, escuelas y universidades, mientras que los pobres, especialmente las niñas, los desplazados y los estudiantes con discapacidades, se enfrentan a enormes obstáculos para obtener las cualificaciones que podrían cambiar sus vidas.
La crisis educativa no es nueva. Se ha visto agravada por la pandemia de la Covid-19 y la triple crisis planetaria —el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los residuos—; por los conflictos y guerras actuales, así como por la brecha digital y los déficits de financiación.
He aquí algunos datos estremecedores sobre la educación en el mundo:
- En 2021, 244 millones de niños y jóvenes estaban sin escolarizar.
- 12 millones de niños nunca pisarán una escuela.
- A nivel mundial, 118,5 millones de niñas están sin escolarizar.
- Los niños con discapacidad tienen 2,5 veces más probabilidades de no haber ido nunca a la escuela que sus compañeros sin discapacidad. En los países en desarrollo, el 90% de los niños con discapacidades no van a la escuela.
- En los países de bajos ingresos, sólo el 20% de los niños están matriculados en la enseñanza preescolar.
- 344 millones de niños no terminan la escuela primaria ni aprenden lo básico.
- El 50% de los niños refugiados no reciben educación.
Según la directora de UNICEF, Catherine Russell, «las escuelas con pocos recursos, los profesores mal pagados y poco cualificados, las aulas abarrotadas y los planes de estudio arcaicos están socavando la capacidad de nuestros niños para alcanzar su pleno potencial». Este fracaso en la educación de toda una generación tiene que revertirse para garantizar que la educación esté al servicio de nuestras necesidades compartidas y de nuestro futuro común. Según el Secretario General de la ONU, «la transformación de la educación es necesaria para un mundo inclusivo, justo y pacífico».
La Cumbre para la Transformación de la Educación es una iniciativa del Secretario General de la ONU para acelerar la aplicación de los objetivos de desarrollo sostenible y encontrar nuevas formas de trabajar juntos por el bien común. Forma parte de su propuesta de pensar a largo plazo y ofrecer más a los jóvenes y a las generaciones venideras mediante un nuevo contrato social anclado en los derechos humanos. «La educación debe ayudar a las personas a aprender a aprender, centrándose en la resolución de problemas y la colaboración… las habilidades sociales y emocionales… la capacidad de adaptarse a un mundo laboral que cambia rápidamente… distinguir los hechos de las conspiraciones, inculcar el respeto por la ciencia y celebrar la humanidad».
La Cumbre se organizó en torno a cinco líneas de acción temáticas, que son herramientas clave para transformar la educación, centrándose en cinco áreas que requieren atención. Estas líneas de acción pretenden movilizar la financiación de la educación y los compromisos de solidaridad mundial de los gobiernos y de todas las partes interesadas.
- Hacer que los sistemas educativos sean espacios de igualdad de oportunidades y de abundancia compartida, promoviendo la inclusión mediante cambios en las culturas y prácticas educativas que reduzcan la competencia y la selección. Los sistemas educativos deben ser inclusivos y dar prioridad a la educación para todos.
- Fomentar planes de estudio centrados más en las conexiones que en las categorías, apoyando enfoques interdisciplinarios, interculturales y ecológicos dentro y fuera de la educación formal. La transformación de los planes de estudio puede ayudar a los alumnos a comprender mejor las interdependencias, las desigualdades, las asimetrías y las relaciones que conforman el mundo actual y a actuar en consecuencia.
- Apoyar a los profesores para que creen una educación transformadora, invirtiendo en una enseñanza que fomente la cooperación y la solidaridad. Los profesores deben tener unas condiciones de trabajo dignas y un apoyo profesional continuo, una remuneración transparente, lugares de trabajo sanos y seguros y sistemas que les ayuden a utilizar su experiencia y su criterio para diseñar el aprendizaje de los alumnos.
- Hacer que la tecnología digital y el aprendizaje sean más inclusivos, equitativos, eficaces, pertinentes y sostenibles. (La desigualdad en el acceso digital fue evidente durante la pandemia de la Covid-19: 1.300 millones de niños no tenían acceso a Internet en sus hogares). Las cuestiones clave son la transformación digital de los sistemas educativos; la conectividad/la reducción de la brecha digital; las tecnologías inclusivas/asistenciales; los contenidos educativos digitales gratuitos, abiertos y de alta calidad; la ciudadanía digital, el bienestar, la privacidad y la seguridad.
- Fortalecer la educación como un bien común mundial, garantizando una cooperación más equitativa dentro de los países y entre ellos, abordar las deficiencias en la financiación de la educación aumentando la eficiencia y la equidad de las asignaciones y los gastos.
La cumbre tuvo lugar durante la 77ª sesión de la Asamblea General de la ONU el 16 de septiembre (Día de la Movilización), el 17 (Día de las Soluciones) y el 19 (Día de los Líderes). El 16 de septiembre, jóvenes de todo el mundo lideraron y organizaron el Día de la Movilización, al final del cual presentaron su visión común para el cambio Declaración de los Jóvenes sobre la Transformación de la Educación, fruto de una amplia consulta entre medio millón de jóvenes de 170 países. Quieren transformar el estado de la educación «no como beneficiarios pasivos, sino como socios y colaboradores en cada paso del camino». Los jóvenes quieren estar en primera línea para impulsar el cambio.
Estas son algunas de las demandas que han planteado a los Estados miembros, a todos los gobiernos, a la sociedad civil, a las organizaciones internacionales, a la ONU y a otros responsables clave de los sistemas educativos:
- Comprometerse con la juventud en toda su diversidad;
- Promover a la juventud e invertir en ella, incluir a los jóvenes y a los estudiantes en los órganos de decisión y en las delegaciones nacionales;
- Descolonizar y democratizar la producción de conocimientos, la pedagogía y el aprendizaje, mejorando y ordenando planes de estudio que desmantelen las actitudes coloniales, racistas, misóginas y otras actitudes discriminatorias;
- Invertir en una educación transformadora de género para crear un presente y un futuro feminista, equitativo y libre de estereotipos de género perjudiciales;
- Invertir en una educación inclusiva que acoja la diversidad y garantice la plena participación de todos los estudiantes en el mismo entorno de aprendizaje;
- Promover una visión más amplia y holística de la educación que se base en los principios de la paz y los derechos humanos, y que permita a todos los jóvenes llevar una vida plena, motivada, agradable y de calidad;
- Erradicar todas las barreras legales, financieras y sistémicas que impiden a los estudiantes, en particular a los jóvenes migrantes, refugiados y desplazados, acceder a la educación y participar plenamente en ella, como la falta de reconocimiento o aprendizaje previo, la falta de reconocimiento de los documentos académicos, las barreras relacionadas con la transición de un nivel educativo a otro;
- Centrar la salud mental y el bienestar de todos los alumnos dentro y fuera del aula a lo largo de su trayectoria educativa, extendiéndose también a los niños y jóvenes no escolarizados;
- Invertir en la protección social para apoyar la trayectoria educativa de todos los niños y jóvenes, especialmente las niñas y las mujeres jóvenes, los jóvenes refugiados, los jóvenes con discapacidades y los jóvenes indígenas;
- Proporcionar formación de calidad y pertinente, desarrollo profesional, instalaciones necesarias, condiciones de trabajo adecuadas y un entorno innovador, seguro y enriquecedor para los profesores, incluso elevando el estatus de la profesión;
- Invertir en la infraestructura digital de la educación y en un acceso asequible, digno, seguro y estable a la conectividad digital para todos, para ayudar al aprendizaje y cerrar la brecha digital;
- Aumentar la financiación de la educación durante y después de las emergencias en las regiones y territorios afectados negativamente, mediante la ayuda oficial al desarrollo, la ayuda humanitaria, la financiación pública y otras, hasta que todos los niños y jóvenes tengan un acceso equitativo a una educación de calidad, en particular las niñas y las jóvenes, los refugiados y los desplazados;
- Establecer medidas y procedimientos sólidos y democráticos para la aplicación transparente, responsable y eficaz de las recomendaciones anteriores.
Puedes leer la Declaración de la Juventud completa aquí: https://www.un.org/sites/un2.un.org/files/2022/09/tes_youthdeclaration_es.pdf
Teresa Kotturan SCN
Representante ante la ONU de la
Federación de Hermanas de la Caridad
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