Gratis recibes, da gratis también

por | Sep 29, 2022 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús nos ha redimido con su sangre.  No le pagamos nuestra redención, ni se la podemos pagar; gratis la recibimos.

La fe es un don divino (Rom 12, 3; Fil 1, 29; 2 Pd 1, 1).  Los creyentes la tienen solo por gracia de Dios; gratis la reciben.  Y es de suponer que el que concede la fe es el único que la puede aumentar.

Con razón, pues, acuden a Jesús los discípulos para pedirle que les aumente la fe.  Después de todo, él es quien los ha llamado a seguirle y a creer en él.  Y en respuesta a lo que le han pedido los discípulos, Jesús los alienta y los corrige.

Las palabras del Maestro alientan a los que humildes admiten que su fe es pequeña.  ¿Nota él en ellos cierta vengüenza y cierto desaliento, que aún se ven ellos de fe débil?  De todos modos, no les dice él lo que ya dijo antes, a saber:  «¡Qué débil es vuestra fe!».  Él les asegura, más bien, que muy eficaz puede ser aun una fe tan pequeña como un granito de mostaza.  Y se les corrige así a ellos.  Pues se les da a entender que lo decisivo no es la cantidad de fe, sino la calidad.  Más importante que el bulto de fe es que ella sea viva, fuerte y activa.

Esa respuesta es tan desconcertante que las bienaventuranzas y las demás enseñanzas paradójicas.  Ella lleva también a que este mundo se ponga boca abajo.  Se yuxtaponen lo pequeño y lo grande; al contrario de lo que se espera, lo pequeño sobresale.  Y así es, «para que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor».  Es decir, la gracia la fe, la revelación, la salvación, ellas todas las recibimos gratis.

Todo lo bueno y perfecto viene de Dios; él nos lo da gratis.

La petición de los discípulos y la respuesta de Jesús, claro, nos plantean preguntas.  ¿Humildes nos confesamos de poca fe?  ¿Reconocemos de verdad, de palabra y de obra, que gratis recibimos y, por lo tanto, gratis hemos de dar?

Por supuesto, confesarnos de poca fe y admitirnos endeudados con Dios del todo, esto supone la humildad.  Dios, además, se resiste a los orgullosos y da gracia a los humildes.

Y a éstos se les revela lo que se les esconde a los sabios.  No es de sorprender, pues, que guarden las gentes sencillas la verdadera religión y sean de fe viva (SV.ES XI:120).  Sin hurgar, dan esas gentes por sentado que lo que tienen lo han recibido.  Y es por eso que ellas se ven humildes, y vivos por su fe, en su gratitud y generosidad.  Se ponen ellas a plena disposición, al pleno servicio, de Dios y del prójimo.  Toman parte así en los duros trabajos del Evangelio.

A los pobres, sí, se les concede el don de imitar a Cristo pobre y humilde.  Si bien no del mismo modo que el de san Pío de Pietrelcina.  Pero igual, son ellos imágenes del que entrega su cuerpo y derrama su sangre para que no perezcamos, sino tengamos vida eterna.  ¿Somos de los pobres?

Señor Jesús, haz que reconozcamos que todo es don, y gratis lo recibimos.  Como lo hacía tu siervo, san Ignacio de Loyola, te pedimos que nos enseñes a ser generosos.  A dar sin medida.  A trabajar sin pedir recompensa, si no es el saber que cumplimos tu voluntad.

2 Octubre 2022
27º Domingo de T.O. (C)
Hab 1, 2-3; 2, 2-4; 2 Tim 1, 6-8. 13-14; Lc 17, 5-10

0 comentarios

Enviar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

homeless alliance
VinFlix
VFO logo

Archivo mensual

Categorías

Sígueme en Twitter

colaboración

Pin It on Pinterest

Share This
FAMVIN

GRATIS
VER