El espacio vocacional de la Peregrinación Europea de jóvenes 2022 (PEJ) denominado «El Pórtico de la Vocación», fue un itinerario para el anuncio (kerigma), acompañamiento, escucha, diálogo y orientación vocacional básica. En este recorrido, adolescentes y jóvenes fueron centro y protagonistas de una experiencia personalizada de escucha, clarificación y personalización.
Durante este momento, la Familia VIcenciana también estuvo presente. Ofrecemos el testimonio de tres Hijas de la Caridad:
Patricia de la Vega HC
La Iglesia está viva y Jesús grita, ríe y sueña entre las jóvenes generaciones. Así lo he experimentado estos días en Santiago de Compostela entre los miembros de JMV y de diferentes realidades eclesiales que se congregaron en la ciudad. Descubro en ellos su sed de Dios y su deseo de buscarlo y seguirlo. Se entristecen cuando no lo ven o no lo encuentran en su día a día y quieren ser coherentes con su fe. Reconocen con sencillez que no lo son, que el ambiente que les rodea no siempre es fácil, que les gustaría compartir con ellos lo que sienten. Piden que la Iglesia les escuche y les permita expresarse en libertad, como ellos son. Que encuentren un lugar donde se apueste por ellos y su forma de ver el mundo. Y entre catequesis, Eucaristías festivas, talleres de formación, compartir experiencias, conciertos hasta media noche, fueron pasando estos días de la PEJ. Cansancio y alegría a partes iguales. Tras esta experiencia sólo puedo agradecer a Dios el regalo que me ha hecho de ser testigo de su presencia en medio de los jóvenes. Me ha reanimado mi vocación, me ha recordado que todos somos buscadores de Dios y que la única y auténtica perla preciosa es el descubrimiento de Jesús. Me ha reafirmado mi vocación de servicio, en comunidad, a los más abandonados en medio de esta Iglesia plural y como sagrario donde me encuentro cara a cara con Jesús. Al participar en el “Pórtico de la vocación” con hermanas de todas las provincias y tener la oportunidad de compartir con los superiores generales, me ha ayudado a sentirme más unida a la Compañía y a reconocer el regalo de la pluralidad que vivimos.
En este espacio del Pórtico, se planteaba a los jóvenes la vida como vocación, empezando por un juego en el que reflexionaban acerca de los muros con los que se encontraban y de ese abrazo de Dios que nos envuelve y que también se recibe a través de los demás. Después había un vídeo muy sugerente, un espacio en el que se presentaban distintas vocaciones y otro en el que estaba el santísimo expuesto.
Terminaban con un taller en el que se abordaba la familia, la consagración, la educación y la caridad. Este último lo dinamizamos las Hijas de la Caridad junto a otros religiosos. Además, por las noches, se celebraba una vigilia de oración vocacional dinamizada también por nosotras. En todas estas actividades distintas hermanas compartieron su testimonio.
Sigamos apostando y acompañando a los jóvenes en su descubrimiento de su vocación como cristianos y dejemos que ellos también nos acompañen y contagien de sus ideales. Y juntas, muy unidas como comunidad fraterna, sigamos sembrando. ¡Levantémonos!
¡Seamos testigos de su amor!
M° del Mar Sanchís, HC
Estos días JMV ha tenido la suerte de vivir una doble experiencia: primero como asociación y después, junto al resto de jóvenes de la iglesia europea, una explosión de manifestación de fe.
En la primera parte vivieron un camino espiritual en el que, caminando en su interior, pudieron ir profundizando en su propia fe, haciendo crecer su ser cristiano como un buen vicenciano.
Y tras estos primeros días se unieron con el resto de jóvenes que se convocaron en Santiago, de todas las espiritualidades que tiene la Iglesia, para celebrar la «Peregrinación europea de jóvenes» (PEJ)
Mi experiencia personal como acompañante de los jóvenes es que he vivido el regalo más grande que se puede recibir: el haber conocido a jóvenes llenos de ganas e ilusión por seguir creciendo en la fe, y el pisar tierra sagrada en el compartir profundo que se da tras generar relaciones de confianza. Acompañar a las personas siempre es y será un regalo que el Señor nos permite vivir. Lo hago con miedo pero llena de ilusión. He terminado agotada, pero es un cansancio lleno de satisfacción, lleno de ilusión, que me impulsa a ir más lejos en mi vocación. Ver lo que Dios hace en cada uno de ellos me llena de esperanza. Comparto algunas de las ideas que ellos han expresado durante estos días. Ideas de su experiencia vivida que se llevan a sus casas para seguir creciendo en su relación con Dios y profundizando en el carisma vicenciano:
- “De este encuentro me llevo el sentimiento de familia, cuando vi a tantos jóvenes en la vigilia haciendo silencio absoluto ante el Santísimo y cantando «nadie te ama como yo» sentí ese cariño de no estar sola. Más jóvenes como yo viven y sienten a Dios en sus vidas.
- Yo me quedo con esta frase, que me hace pensar «Aquel que no ama al hombre que ve, no puede amar a Dios que no ve».
- “Con lo que yo me quedo de este encuentro es la cercanía con Dios tan grande que he tenido y una pregunta que todavía me llevo para casa ¿es posible amar a todo el mundo?”
- “Algo con lo que me quedo de estos días es que Dios esta en todos tus caminos”.
- “Yo creo que me quedo con la experiencia de notar mucho mas a Dios cuando lo vivo en comunidad”.
- “De los encuentros me he llevado el aprendizaje de saber soltar y no aferrarme a cosas que quizás no están puestas en mi camino pudiendo así nutrirme de cosas que me pueden beneficiar y dejando a un lado el rencor que no me llevará a nada fructífero en mi día a día”.
- “Me llevo el haberme encontrado con personas y saber cómo quiero vivir mi vida con Dios, como el centro de todo, pero fuera de la burbuja en la que hemos vivido. Me llevo haber reconocido a Dios en personas y en pequeños gestos como un beso o un abrazo. El saber qué es lo que llena a una persona cuando se encuentra perdida, el servicio, el ayudar a los demás incluso cuando no tienes fuerzas para tirar ni de ti mismo. Me llevo personas que han sido un descubrimiento y sin duda, la luz que te guía en el camino cuando se oscurece todo”.
Coincido con ellos en que durante la PEJ se ha vivido en una gran comunión eclesial, por parte de ellos como por parte de los más adultos que preparamos talleres, actividades, como por ejemplo el «Pórtico de la vocación». Alli vivimos en gran comunión todas las realidades eclesiales que ahí nos reunimos y la gran comunión entre nosotras mismas, Hijas de la Caridad, convocadas para ello en Santiago. Hermanas de diferentes provincias y ámbitos de servicio unidas con ilusión y pasión para mostrar a los jóvenes la alegría de la vocación. Y los jóvenes, como les caracteriza a la juventud, han entregado todo para conocerse, compartir y vivir lo que a veces en su realidad cotidiana no pueden hacer por tener un ambiente poco eclesial, y yo, junto a ellos, he disfrutado en los diferentes actos que se han realizado y de los que se han sentido parte).
Núria Latorre HC
Del 2 al 7 de agosto la Compañia me ha regalado poder participar en la PEJ junto a un nutrido grupo de hermanas de las 4 provincias de España. Compartíamos espacios y actividades con los grupos de JMV presentes en Santiago.
Fuimos enviadas a dinamizar dos espacios del Pórtico de la Vocación: la dinámica de acogida de los jóvenes en el claustro del Seminario Mayor, el taller de «Vulnerabilidad y Caridad» y las vigilias de oración vocacional.
En la dinámica del Claustro intentábamos ayudar a los jóvenes a prepararse para desear recibir el abrazo de Cristo. Para ello contábamos con unos «muros» de distintos materiales que nos permitían reflexionar cómo son nuestros muros y comunicación en el día a día en la vida cotidiana y como cristianos. Una vez superados, encontrábamos a personas (y a la Iglesia) que nos regalaban sus abrazos para fundirnos después en un abrazo colectivo al Apóstol Santiago, preludio del abrazo de Cristo, meta y sentido de nuestra vida.
En el taller compartíamos nuestra reflexión y testimonio de caridad frente a la vulnerabilidad. Con el lema «EN LA IGLESIA, TÚ ERES MISIÓN, TÚ ERES CARIDAD» y buscando ser reflejo del Cristo herido, que entrega su humanidad hasta la vulnerabilidad total, y del Cristo resucitado que abraza, levanta, cura y unge como Buen Samaritano, realizamos distintas dinámicas con los grupos que se acercaban a nuestro taller y compartimos el testimonio de nuestro día a día en el que, reconociendo nuestra fragilidad, salimos al encuentro del Cristo que se halla herido al borde de los caminos de nuestra sociedad.
Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora, un gran regalo, que me ha permitido compartir una misión con hermanas de todas las provincias, conocer su testimonio y el de otras personas que vinieron también a compartir cómo hacen vida la Caridad en su día a día junto a los más frágiles y vulnerables, así como compartir el diálogo con los jóvenes.
El colofón fue la participación, junto a todos los que habíamos peregrinado a Santiago, en la vigilia de oración y la Eucaristía de envío del domingo 7 por la mañana.
Fuente: https://www.hijascaridadee.org/
0 comentarios