No es ninguna una exageración afirmar que Sor Juana Elizondo ha sido, sin ninguna duda, una de las figuras más relevantes —por no decir la más relevante— de la Compañía de las Hijas de la Caridad en el último tercio del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI. Su visión de la Compañía, su gobierno certero y en total línea con el Concilio Vaticano II, su convencimiento de una renovación fiel a las raíces del carisma y a los nuevos tiempos, su personalidad arrolladora y cimentada en la sencillez y la humildad… han hecho de Sor Juana Elizondo una referencia obligatoria en el caminar universal de las Hijas de la Caridad.
Sor Juana Elizondo, con una magnífica preparación vicenciana y teológica, fue Consejera General desde 1974 hasta 1980; a continuación, fue Visitadora de la antigua Provincia de San Sebastián desde 1986 hasta 1991; y, finalmente, fue elegida Superiora General desde el año 1991 hasta el 2003. Cuando cesó de su servicio de Superiora General, residió en la entonces Casa Provincial de la antigua Provincia de San Sebastián, en Villa Milagrosa-Ayete, dedicada totalmente al servicio de los pobres. Y en ese servicio ha estado hasta que las fuerzas y la salud se lo han permitido.
Siempre que he tratado con Sor Juana Elizondo —y han sido muchas veces— he apreciado en ella la cercanía, el buen humor, la escucha exquisita, la sabiduría evangélica, el realismo y una espiritualidad vicenciana de ojos abiertos.
Termino con un breve texto que pronunció en el Sínodo de los obispos sobre la Vida Consagrada, en octubre de 1994. Un texto que retrata perfectamente su talante de auténtica y verdadera Hija de la Caridad, sierva de los pobres:
“Es importante acortar distancias para encontrarnos más cerca de los pobres y para que ellos no tengan dificultad en aproximarse a nosotros. Podemos crear distancias con nuestras actitudes, nuestras estructuras, nuestros modos de vida… La coherencia con nuestra vocación nos pide hacer cuanto está de nuestra parte para retirar los obstáculos que entorpezcan la marcha por el camino del acercamiento a los pobres”.
Celestino Fernández, C. M.
Fuente: http://misionerospaules.org/
Magnífica Hija de la Caridad a la que tuve el privilegio de conocer en su servicio siempre amable y siempre dedicado. Sin duda el Buen Dios y Su Santa Madre, la habrán acogido paternalmente a Su Presencia.
Me uno a la oración de mis hermanas las Hijas de la Caridad en el mundo.
Lo siento D.E.P Dios la acoja en su gloria
Agradecida de haber conocido a una mujer de esa talla humana y Vicenciana… cercanía, natutalidad, discernimiento y donación… pervivirå en nosotros su ejemplo… descanse merecidamente en El !
Gracias Celestino yo también soy testigo de la grandeza humana y espiritual de S. Juana. Tuve el regalo de conocerla, de compartir con ella la sed de fidelidad a nuestra vocación y de ser enviada por ella a la MISIÓN (Primero el Zaire, luego Rwanda). Siempre agradeceré el que creyera en mi y en todo aquello que Dios me pedía. Hasta el cielo S. Juana!
En La Gloria del Señor Jesús y Santísima Madre La Virgen María Qué en Paz Descanse Su Alma
Descanse en paz. Notaremos a faltar su sonrisa.
Gracias, Celestino. Has hecho una magnífica semblanza de nuestra querida Sor Juana Elizondo. ¿Qué decir de su silencio desde que dejó de ser Madre General hasta que ha pasado a los brazos del Padre? ¡Todo un ejemplo…!
Dios mío, Que las hermanas Salesianas tengamos más personas que se preocupen y acerquen a los pobres con tanta humildad se llega muy Lejos. El Señor Lo ve Todo Su Misericordia es Divina.
Sor JUANA has tenido nuestra oración que es lo que tú siempre pedias. Muchas gracias por pensar siempre en la COMPAÑIA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD, para que ésta sirviera con fidelidad a Cristo en la persona de los necesitados. Gracias por potenciar a cada una de nosotras, gracias por impulsarnos a aprender idiomas, para comunicarnos mejor y comprender las situaciones de las personas que sufren, gracias por …
Desde el cielo pide por nosotras.
Descansa en paz.