Interconexión. Conectividad. Lazos.
Vuelve a mirar la imagen de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, el núcleo de la Agenda de las Naciones Unidas para las Personas, el Planeta y la Prosperidad. Los 193 Estados miembros se comprometieron con esta agenda 2030 y a no dejar a nadie atrás en el proceso.
Alerta de spoiler: no lo vamos a alcanzar para el 2030. La COVID ralentizó el proceso e incluso invirtió los avances en algunas áreas prioritarias.
Si se fijan, la cuestión del sinhogarismo —en la que toda la Familia Vicenciana ha acordado trabajar conjuntamente— recorre toda la variedad de los Objetivos, por la sencilla razón de que todas estas cuestiones sociales están de una u otra manera «interconectadas».
Esto no es una novedad para un enfoque correcto del cambio sistémico, que reconoce que nada ocurre de forma aislada, que todo está conectado, que con demasiada frecuencia vemos el bosque, pero no cómo se relacionan los árboles. Para entender el «bosque» que es la pobreza, por ejemplo, tenemos que ser conscientes de la interrelación de los árboles que lo componen. Este enfoque nos lleva a un análisis más detallado de todas las cuestiones y problemas interconectados que debemos abordar para construir una sociedad sana y pacífica para todos.
Así pues, cuando reflexionamos sobre el sinhogarismo y los factores que lo impulsan o lo provocan en primer lugar, como son la falta de disponibilidad de vivienda asequible, el estancamiento de los salarios y, no obstante, el aumento del coste de la vida, los problemas de salud mental y de abuso de sustancias, la violencia doméstica, el rechazo familiar por cuestiones de identidad sexual de los jóvenes, el malestar psicológico de diferentes tipos. Todo ello, por supuesto, se ve agravado por la experiencia de no tener hogar.
Son bastante evidentes las conexiones entre el sinhogarismo y la inseguridad alimentaria, la inseguridad laboral, el insuficiente mantenimiento de la salud física y mental.
Todo ello a pesar de los 16 millones de viviendas vacías en Estados Unidos. Hay soluciones. Hay historias de éxito. El enfoque «Housing First with Services» [La vivienda primero con prestaciones] funciona. Pero no existe suficiente voluntad política para abordar el problema adecuadamente, a pesar de que la vivienda es un Derecho Humano que tiene prioridad sobre los derechos de propiedad y la vivienda como bien de consumo.
La buena noticia es que avanzar en una u otra cuestión también hace avanzar el conjunto: tal es la naturaleza de las múltiples conexiones. Sólo hay que conectar los puntos.
San Vicente sabía cómo conectar los puntos. El gran Patrono y Organizador de tantas empresas caritativas sabía también que las urgencias de la justicia tienen prioridad sobre las de la caridad, y que no basta con hacer el Bien, sin hacerlo Correctamente. Y siempre proporcionó un marco sólido para esos esfuerzos, determinando un sistema de financiación y haciendo hincapié en las normas y los contratos.
Nuestra abogacía, en este sentido, debe consistir en informar sobre la política a nivel local, llevar las voces de las personas que experimentan la falta de hogar —pues no se puede hablar de los sin techo, sin los sin techo—, o que están en constante riesgo de estarlo, a las mesas donde se toman las decisiones, y romper los silos que a menudo impiden la prestación de la red de seguridad. Las políticas y el apoyo apropiado a las personas sin hogar deben relacionarse con los proveedores de servicios de salud y de lucha contra el hambre, y todo debe hacerse en el marco de los derechos humanos. Y debemos apoyar el creciente consenso en torno a la necesidad de crear estrategias de protección social para todos.
A menudo decimos que el mundo es pequeño. Es cierto. Sobre todo, porque está notablemente interconectado.
Jim Claffey
Representante de Congregación de la Misión ante la ONU
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