Jesús es el llamar más tierno de Dios a los hombres. Él es, a la vez, el hospedar humano más cordial a Dios que pide que se le abra la puerta.
De camino a Jerusalén, Jesús se detiene en donde viven Marta y María. Las hermanas, no como los en Samaria, no lo dejan de hospedar.
Quizás la visita es el respiro que él merece. Y los que van con él, ¿no han de gozar también ellos de un poco de tiempo libre? ¿Para ir a comprar comida? Pero en todo caso, dice san Lucas que les toca a Marta y a María hospedar al Maestro no más. Ni aun Lázaro, el hermano de ellas, está allí.
A solas, sí, se encuentra Jesús con las dos mujeres. Esto sería como si se les diese a las mujeres igual tiempo o oportunidad. Pero ese tiempo es, de hecho, tiempo fuerte de enseñanza. Pues se nos enseña lo que quiere decir seguir a Jesús.
Ante todo, se nos da a conocer que él no es de los rabinos que no enseñan a las mujeres. Se ve que él no se pone de acuerdo con el dicho: «Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá antes de que les fuera entregada a las mujeres» (Comentarios al evangelio).
Hospedar al que está a la puerta y llama
Luego, se nos deja claro lo que es propio de los que siguen a Jesús. Y es el sentarse a los pies del Maestro para escuchar su palabra. Eso es la buena parte, —no mejor, que el texto original no compara—, de la que no se puede prescindir.
Por lo tanto, no es que la contemplación sea mejor que la acción. Lo que se nos dice es que los cristianos hemos de ser contemplativos todos. Es decir, la sola cosa necesaria es el escuchar la palabra de Cristo para hacerla más tarde. Tenemos que conocerlo para anunciarlo a los demás. Esto, sí, se les pide por igual a los ordenados, a los laicos, a los religiosos, en el claustro o en la calle. Si así no oímos y cumplimos, no seremos cristianos de verdad. Y hospedar a Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, por oír su palabra para cumplirla es ser de su familia (véase también Lc 11, 27-28).
En otras palabras, los de Cristo de verdad son hombres y mujeres de oración. Hacen lo mismo que el que es hombre de oración. Él está siempre en oración delante del Padre y, por lo tanto, lo puede todo (SV.ES XI:778).
Jesús pasa haciendo el bien, sí, gracias a su contemplación. Gracias a su actitud de escuchar al Padre y de buscar su voluntad. En Jesús, se unen la contemplación y la acción.
Y orar y actuar al igual que Jesús quiere decir no andar inquietos y nerviosos con tantas cosas. Es no ser una Iglesia, a la cual le falta el sentido pastoral, y que trata a las personas como las trata una empresa en cadena.
Señor Jesús, como el que se apareció a Abrahán y a Sara, te dejas hospedar por los hombres. Pues quieres bendecirnos aún más y no hay quien te gane en hospitalidad. Concédenos a los que no solo de pan vivimos sentarnos a tus pies, alimentarnos de tu palabra y de tu cuerpo y sangre, y alimentar más tarde a los demás. Así se unirán en nosotros la acción de Marta y la contemplación de María (SV.ES XI:734).
17 Julio 2022
16º Domingo de T.O. (C)
Gén 18, 1-10a; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42
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