¿Por qué las Naciones Unidas no impidieron la guerra en Ucrania? ¿No se supone que su misión es mantener la paz? ¿Y por qué no utiliza ahora su ejército para detener la violencia y la destrucción?
Al ver las horribles imágenes en Ucrania, la gente se hace estas preguntas con toda razón, y se pregunta para qué sirve realmente la ONU.
A pesar de semanas de concentración militar en la frontera, la invasión ilegal de Rusia sigue causando conmoción. Aunque los conflictos armados no son, por desgracia, nada nuevo, resulta impactante que el poderío militar de una nación se adentre en un país soberano vecino.
La ONU condenó inmediatamente la invasión, por considerarla totalmente injustificada y sin precedentes. Pero, ¿por qué la ONU no hizo más para evitar la guerra entonces y detenerla ahora? El artículo 24 de la Carta de la ONU dice que la principal responsabilidad de su Consejo de Seguridad es el «mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales» y el artículo siguiente indica que todos los miembros (naciones) «convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad…»
Entonces, ¿cómo conciliar o, al menos, entender la evidente desconexión?
Es cierto que la ONU, hace 76 años, surgió a partir la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de «salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra», causa noble donde las haya. Pero, al igual que los vencedores escriben la historia de los conflictos —a su manera, favoreciéndose a sí mismos—, también los «vencedores» de la Segunda Guerra Mundial crearon la ONU para preservar su poder y sus privilegios. Cinco naciones tienen poder de veto individual permanente sobre cualquier resolución de la ONU que vaya en contra de sus propios intereses: Estados Unidos, el Reino Unido, China, Francia y Rusia.
En este sentido, tan sólo desde 2010 ha habido 38 vetos que han bloqueado 27 proyectos de resolución: 23 de Rusia, 11 de China y 4 de EEUU. ¿El resultado? Una ONU paralizada. Un organismo defectuoso, sin poder para proteger a la humanidad incluso de la guerra.
Pero, ¿no tiene el Secretario General (SG) poder? ¿Y un ejército a su disposición? En primer lugar, el Secretario General puede y, de hecho, da forma al compromiso del sistema de la ONU en cuestiones importantes, insta a las naciones a cambiar su postura y les pide que influyan en otras naciones para lograr cambios políticos importantes. Pero no goza de ningún poder real para hacer cumplir las decisiones. Los 193 estados miembros son la ONU y mantienen la soberanía última en la toma de decisiones. El estímulo y la persuasión, el debate y el compromiso se producen constantemente entre ellos. Pero, a la hora de la verdad, cada nación puede seguir su propio camino.
Y no hay un ejército de la ONU. Juntar estos dos conceptos es el máximo oxímoron. Los cascos azules de las fuerzas de mantenimiento de la paz, ligeramente armados y con capacidad de defensa, ofrecen una ayuda significativa tras los conflictos más importantes en algunos lugares, pero están lejos de ser una fuerza militar capaz de intervenir a gran escala.
¿Dónde nos deja todo esto? Podríamos sacar algunas conclusiones:
- A pesar de sus defectos y limitaciones, la ONU sigue siendo la organización mundial indispensable, el único lugar en el que todas las naciones pueden reunirse para debatir las principales cuestiones y, a menudo, llegar a un consenso. El mundo sufriría aún más sin el trabajo continuo de la ONU para promover los derechos humanos para todos y ofrecer asistencia humanitaria de diversas maneras en todo el mundo;
- La Asamblea General de la ONU votó una resolución (141 a favor, 5 en contra y 35 abstenciones) para condenar la guerra no provocada de Rusia y exigir una retirada inmediata e incondicional de Ucrania. Está claro que la gran mayoría de la comunidad internacional apoya los principios fundamentales de la ONU;
- La Asamblea General también aprobó (93 a favor, 24 en contra y 58 abstenciones) el suspender a Rusia de su Consejo de Derechos Humanos, debido a la invasión y a las presuntas violaciones de los derechos humanos;
- La ONU está respondiendo con ayuda humanitaria ingente a esta crisis inaudita: 5,8 millones de refugiados, 7,7 millones de desplazados internos, la mayoría mujeres y niños, y las personas más vulnerables. Millones de personas atrapadas sin vías de escape. La inseguridad alimentaria alcanza niveles de inanición. Miles de millones de dólares en destrucción de infraestructuras.
- Por último, y lo más pertinente para este artículo, la ONU necesita desesperadamente una reforma. Desde hace décadas se discute la necesidad de una reforma estructural, especialmente en lo que se refiere al Consejo de Seguridad, sin claridad ni consenso. Las realidades geopolíticas actuales también están ausentes en el Consejo: África, Asia-Pacífico, Europa del Este y Sudamérica no tienen representación. El debate debe continuar hasta que se alcance un consenso y se pueda promulgar un cambio significativo para una ONU del siglo XXI capaz de aglutinar plenamente los compromisos de todas las naciones hacia un futuro seguro y pacífico.
Jim Claffey,
representante ante la ONU de la Congregación de la Misión.
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