Importante aniversario de la Fundación de las Hermanas de la Caridad, hoy presente en 30 países. Algunas fotografías cuentan su historia y su compromiso. Sor María Luisa Caruso: nos ponemos al servicio de los últimos, con el fin de promover a la persona.
Desde Siria, junto a quienes viven los horrores de la guerra, hasta Tailandia, en ayuda al Centro para discapacitados, pasando por la República Centroafricana, Albania, Indonesia, Vietnam, Pakistán. Líbano, Italia, Chad, el proyecto simbólico del décimo aniversario. Las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret llevan a cabo su misión en estos lugares, con un servicio que va desde el apoyo a la inclusión social de niños y jóvenes hasta el apoyo a la emergencia Covid. Lo hacen a través de la Fundación del mismo nombre que, en diez años de actividad, tiene hoy proyectos en más de 30 países de cuatro continentes, en el ámbito social y educativo, inspirados en el carisma y la tradición misionera de esta orden, nacida en Francia, en Besancon, el 11 de abril de 1799. En diez años, la Fundación Thouret ha apoyado a muchos niños y jóvenes, pero también a hombres y mujeres, en su derecho a la educación, siguiendo siempre el pasaje evangélico «Tuve hambre… sed… fui forastero… enfermo… encarcelado. Cada vez que hicisteis esto a uno de estos hermanos míos más pequeños, me lo hicisteis a mí». Esta es la respuesta concreta de la Fundación al mundo actual, a menudo «indiferente, individualista y oportunista». Es por tanto a la cultura de la solidaridad a la que la Fundación nos pide que nos remitamos, para hacer una elección que pueda «contribuir al progreso de una humanidad nueva, alternativa, justa y solidaria».
Los pobres, protagonistas de sus vidas
«La Fundación es el brazo operativo de la Congregación – explica la coordinadora, Sor María Luisa Caruso – que se pone al servicio de los últimos, de los más pobres, con el objetivo de promover a la persona. Una atención que se dirige al servicio espiritual y temporal de la persona». Las hermanas se inspiran en la firme convicción de que dar a los más pobres la oportunidad de descubrir su propio potencial puede convertirlos en protagonistas de su propia vida y también en una ayuda válida para sus comunidades. Así, en las escuelas, los centros juveniles, los dispensarios y los hospitales, trabajan con personas locales que buscan servir a la población, facilitadas por el hecho de que conocen su cultura, sus necesidades y sus dificultades. Un ejemplo importante de esta estrategia son las becas que la Fundación ha concedido en los últimos años a muchos jóvenes que de otro modo no habrían tenido la oportunidad de estudiar. Intentamos becar a estas chicas para que puedan estudiar y formarse como personas -continúa la monja-, para que, en ese pueblo, en esa región, haya personas que sepan inculcar valores en su sociedad, sin cambiar los valores básicos de su territorio, su cultura, su tradición, pero integrándolos con los valores cristianos que intentamos aportar».
El proyecto en el Chad
El símbolo de este décimo aniversario es el proyecto llevado a cabo por la Fundación en el Chad, que no sólo necesita apoyo financiero, sino que representa una realidad que, según las hermanas, resume todos los tipos de servicio promovidos por la Fundación. El proyecto se dirige a 35 niñas de aldeas remotas y familias pobres, que comparten su vida con las hermanas, que las ayudan proporcionándoles una educación y apoyándolas en sus estudios, tanto en el instituto como en la universidad. Luego, las jóvenes -dice Sor María Luisa- ayudan a su vez a las hermanas en su servicio, en otro centro que acoge a niños de la calle. Así, estas niñas no sólo reciben una educación escolar tradicional, sino que también se forman en el cuidado de los demás, en el servicio a los demás».
La oración para superar el peligro
Las Hermanas de Santa Juana se encuentran en las periferias del mundo, algunas de ellas devastadas por conflictos internos, guerras o la acción de bandas armadas. La seguridad de las hermanas en Siria y Tigray preocupa especialmente estos días, «guerras de las que ya no se habla», añade la hermana, «pero en las que la situación sigue siendo dramática». Pero tanto en Siria como en Tigray, «las hermanas han optado por quedarse, han pedido permanecer cerca de la población, aunque sea con riesgo, para no defraudar a quienes ven en ellas un signo de esperanza, porque las personas a las que asisten les dicen que es gracias a ellas que siguen vivas, a pesar de los ataques, los bombardeos y las matanzas, gracias a su valor y a su esperanza». El riesgo está ahí, la voz serena de la hermana María Luisa no minimiza el reto que los religiosos de esas tierras tienen que afrontar cada día, pero de su lado está la fuerza de la oración de sus hermanas, dispuestas a enviar ayuda cuando es posible, gracias también a la generosidad de muchas personas. Las hermanas son un gran signo de esperanza», concluye la hermana María Luisa, «pero para nosotros en la Fundación son también todos los benefactores, porque hay muchas personas que, aunque sea de forma anónima y con la máxima discreción, nos están ayudando».
Para ayudar
Con motivo del décimo aniversario de la Fundación Thouret, se podrán seguir todos los eventos a través del hashtag oficial #10yearsforcharity, que también ofrecerá una actualización constante de los avances del proyecto en el Chad, al que cada uno puede hacer su propia contribución, a través de la página web www.fondazionethouret.org/ciad
Francesca Sabatinelli, Ciudad del Vaticano
Fuente: https://www.vaticannews.va/
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