Hay un tema al que sólo despertamos en Navidad, pero que desgraciadamente existe todo el año. Casi me atrevería a decir que hay demasiadas iniciativas de solidaridad en un corto espacio de tiempo, y por ello muchas están vacías de sentido o intención.
La Navidad es una época mágica, las calles se iluminan, las familias se reúnen y el espíritu navideño inunda nuestros cuerpos y nuestras almas. Las calles se convierten en lugares de excesos, mostrando que el consumismo, muy característico de la Navidad, también se desborda en otras situaciones. En esta época del año nos llenamos de buenos propósitos, se nos da la oportunidad de renacer, trazando nuevos proyectos y objetivos. Cada año se nos da la oportunidad de empezar de nuevo.
En Navidad, todos somos testigos de innumerables iniciativas de solidaridad, ya sea de individuos, grupos o incluso empresas. Estas personas se reúnen con el digno objetivo de ayudar a alguien, de apoyar a una institución o a una familia. Estas iniciativas tienen un enorme valor para la comunidad.
Las instituciones sociales agradecen el apoyo, ya que sus presupuestos son a menudo demasiado pequeños para satisfacer las necesidades existentes.
Son muchas las veces que escuchamos la estrofa de la canción: La Navidad es cuando el hombre quiere. Entonces, ¿por qué no somos solidarios todo el año? ¿Por qué no prolongamos este espíritu navideño? ¿Por qué sólo llamamos a ese familiar o amigo durante la Navidad, pero olvidamos que hay otros días, otras fechas y otros momentos? Tal vez piense: ¡pero llamar en Navidad es genial! Y estoy de acuerdo. Pero, ¿podemos prolongar la Navidad? ¿Por qué los distintos grupos, empresas y particulares sólo se organizan para realizar acciones solidarias u ofrecer cestas en Navidad? La gente tiene que alimentarse durante todo el año, las instituciones sociales siguen existiendo, los niños que viven en insituciones desgraciadamente siguen estando ahí…
Hay un mundo al que sólo nos despertamos en Navidad, pero que desgraciadamente existe todo el año. Casi me atrevería a decir que hay demasiadas iniciativas de solidaridad en un corto espacio de tiempo, y que por ello muchas están vacías de sentido o intención. Creo que estas iniciativas de solidaridad podrían estar presentes a lo largo de todo el año y en diversos momentos en los que es crucial preocuparse por los demás.
La Navidad, como encuentro de familias y personas que se cruzan en nuestras vidas, se convierte en un momento propicio para hacer un balance vital. Recordamos y repensamos el impacto que tenemos en los demás y en el mundo y, siendo así, debemos utilizarlo como motor de una acción solidaria que se mantiene constante. Creo que no debería ser necesario esperar a la Navidad para ser solidario.
Así pues, ¿por qué no revisamos nuestro concepto personal de solidaridad y lo incluimos en nuestra vida en las revisiones e intenciones para este nuevo año?
Inês Guerra
Fuente: https://www.padresvicentinos.net/
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