¿Alguna vez te han hecho una pregunta que te haya parado en seco, te haya abierto los ojos o te haya interpelado?
El 9 de septiembre celebramos la fiesta de un joven universitario que se paró en seco cuando realmente «escuchó» una pregunta de otro universitario: «¿Qué ha hecho tu iglesia por los pobres?» Como saben los visitantes de este sitio, Federico Ozanam se tomó en serio la pregunta y buscó ayuda para entenderla a un nivel más profundo.
Esta mañana me lo ha recordado. Vi la pregunta en cmglobal.org con la que me di cuenta de que necesitaba pasar más tiempo. ¿Es Afganistán un lugar lejano? Lo preguntó el P. Hugo Marcelo Vera, Director de la Oficina de Comunicaciones Vicentina en Roma.
Comparto aquí una versión ligeramente editada de lo que viene a ser su «Paseo mental». Me pregunto si sus reflexiones les incitaron a mirar a su alrededor con otros ojos
Este mes, el mundo entero fue testigo de la toma de la ciudad de Kabul por los talibanes. Las imágenes se sucedían en cada esquina y la mayoría de nosotros observábamos asombrados lo que ocurría. Cada uno sacó sus propias conclusiones y puso la responsabilidad en un lugar u otro, pero lo que está claro es que muy pocos quedaron indiferentes.
Brevemente, nos recuerda lo que hemos visto en la televisión. Continúa:
… para muchos de nosotros todo esto sigue siendo una simple noticia porque, especialmente para Occidente, Afganistán está muy lejos. Su realidad, su dolor, su cultura, su política, etc. todo está muy lejos y cuando algo no nos toca la piel, es muy difícil sentirlo realmente.
Con todo esto en mente, me hago una pregunta… ¿es cierto que Afganistán está muy lejos?
Curiosamente, Afganistán está mucho más cerca de lo que imaginamos.
Podemos encontrarlo en cada mujer oprimida o explotada sexualmente, casi siempre engañada y secuestrada por el simple placer de algunos. Podemos encontrarlo en cada emigrante que, buscando una vida mejor, dejó su patria, su cultura y su familia en un intento de encontrar una vida más digna, aunque eso signifique subirse a una barcaza para intentar cruzar un mar y rezar para llegar con vida. No hace falta ir tan lejos para encontrar pueblos o ciudades sin electricidad y lo que es peor, sin agua potable, donde sus habitantes experimentan en estas necesidades básicas la tremenda desigualdad entre unos y otros.
No hace falta que veamos en internet o en la televisión atentados a distancia, mientras en nuestros propios países se sigue violando la vida de los «no nacidos», de los pobres o de los ancianos, mientras la sanidad sigue siendo un privilegio para los que pueden pagarla e inaccesible para el resto. No basta con asombrarse del gobierno talibán o de otras políticas cuando seguimos mirando para otro lado y permitiendo la corrupción, el engaño y el enriquecimiento de la clase política de cada uno de nuestros países, a costa de los ciudadanos.
Desde nuestras posiciones, muchos criticamos la decisión de los talibanes de obligar a las mujeres a llevar el «burka», pero ¿no somos nosotros los que ponemos un burka a cada una de estas y otras situaciones para no verlas y tapar sus realidades, sus necesidades, incluso su aspecto?
Su respuesta…
Afganistán no está muy lejos. Está delante de nuestras casas, en nuestras plazas, hospitales y lugares de trabajo, vive entre nosotros allí donde estemos, basta con dejar que nos toque la piel porque sólo así podemos sentir el dolor de los que, aunque creíamos que estaban lejos, están a nuestro lado..
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