La respuesta rápida es… encontrar unas gafas de color de rosa (esto es, adoptar una actitud alegre o positiva que no se da cuenta de las cosas negativas, lo que lleva a una visión de la vida que no es realista). Las gafas de color de rosa se han convertido en una forma de hablar de una persona que suele ver algo como más brillante o mejor de lo que realmente es. Por supuesto, irónicamente, un tinte rosa puede permitir ver las cosas con más nitidez.
Pensé en el sentido metafórico al leer una sátira sobre una empresa tecnológica que ha desarrollado unas gafas digitales que eliminan a los pobres. The Daily Squib es un curioso periódico de parodia satírica que ofrece noticias de última hora en forma de sátira política y comedia.
El artículo también me hizo recordar lo mucho que Vicente veía el sufrimiento de los pobres con más agudeza que sus contemporáneos.
¿Cómo se puede cambiar lo que no se ve?
Primero, el «comunicado de prensa»…
PARÍS – Francia – La revolucionaria startup tecnológica eFFACER ha diseñado unas gafas que editan a los pobres y su entorno. Las gafas sólo serán accesibles para los ricos. No hay nada peor para la gente rica, que a veces tiene que pasar por zonas de una ciudad o del campo sólo para enfrentarse a los antiestéticos pobres que se dedican a sus negocios o a los disturbios en las calles. … una empresa tecnológica de París (Francia) ha creado unas gafas digitales que simplemente eliminan a los indeseables y a los «Untermensch», así como a los feos entornos de pobreza. Las gafas son tan sofisticadas que incluso tienen sensores de olor sensibles incrustados en la montura, y pueden detectar a una persona pobre a más de 100 metros.
¡Ay! Un concepto demasiado cercano a la realidad. Basta con pensar en las lentes fuertemente tintadas que llevan quienes «ven» a la turba del 6 de enero como simples turistas que pasean tranquilamente por los pasillos del Congreso de los Estados Unidos.
Los filtros de Vincent en el film clásico de 1947
En una presentación de 2010 a la Familia Vicentina, el P. McKenna describe la reacción de Vicente a la cruda realidad que vio.
La escena se inicia con Vicente y el rey francés y su corte en una especie de ejercicio naval. Sentados debajo de ellos estaban los prisioneros sentados en lo alto de la cubierta trasera de un barco de esclavos impulsado por estos. Sentados debajo de ellos estaban los prisioneros, banco tras banco, encadenados a sus remos, remando por todo lo que valen, bajo el chasquido de un látigo. El noble que está junto a Vicente se inclina y le ofrece un pañuelo lleno de perfume. El hombre le explica: «Cuando se ponen a remar, empiezan a sudar. Y hay un terrible hedor que llega hasta aquí. Si te acercas esto a la nariz, no lo notarás, ni siquiera a ellos. Pero Vicente lo nota. No quiere no notarlo. Al contrario, en vez de ocultar a estos sufridos prisioneros, quiere verlos. A diferencia del hombre que está a su lado, los ve como las personas más importantes del barco. Y en la escena, Vicente salta y corre para ocupar el lugar de un preso que se ha desplomado sobre su remo. ¿La cuestión? Lo que todos los demás filtran, y se esfuerzan por no notar, es para Vicente la acción más importante en ese escenario. Estos sufridores, estos despreciables, esta escoria de la sociedad, son las personas clave. Todos nosotros conocemos el resto de la historia, cómo Vicente se entrega cada vez más a notar y tratar a estos, los que no cuentan, como los especiales, los amados de Dios, sus amos y maestros.
Monsieur Vincent (1947)
Antes de centrarnos en los filtros color de rosa que llevan los demás
Tal vez deberíamos ponernos las lentes de Vicente para ver las realidades que hemos filtrado, ya sea la raza, la clase social, el país de origen o incluso la etapa de la vida, como los ancianos frágiles o los no nacidos.
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