ODS9: Industria, innovación e infraestructuras

Nuestra infraestructura nacional nos mantiene unidos. No es algo en lo que pensemos muy a menudo, pero es esencial.

El transporte es un buen ejemplo. En la época de san Vicente, la mayoría de la gente vivía y moría a menos de ocho kilómetros de su lugar de nacimiento. Es difícil de imaginar. La humanidad está en movimiento, la vida significa movilidad, y el desarrollo en todo el mundo demanda sistemas que faciliten no sólo los desplazamientos personales, sino el movimiento de bienes y recursos. De hecho, las infraestructuras decentes separan el mundo desarrollado del mundo en desarrollo.

Lo mismo podría decirse de nuestros edificios, puentes, vehículos y todos los elementos relacionados. Pero, ¿sabía usted que el crecimiento fabril, en general y no sólo en los Estados Unidos, ha estado en constante declive incluso antes de la COVID?  Los recursos y las cadenas de suministro se ven interrumpidos con demasiada frecuencia por nuevos obstáculos. Nuestra creciente interconexión global significa que si un país se ralentiza, también lo hacen otros. Interconectado significa interdependiente. Ningún país puede considerarse hoy totalmente independiente.

Como nos recuerda el pensamiento del Cambio Sistémico: todo está conectado, nada ocurre de forma aislada.

Así que dependemos de sistemas saludables y mentes creativas para resolver problemas y fomentar el desarrollo. A lo largo del tiempo de la COVID, hemos utilizado la tecnología como nuestro salvavidas, y pronto aprendimos que nuestra infraestructura de comunicación es esencial. Tanto si nos comunicábamos por Facetime con nuestras familias en Roma como si leíamos las noticias sobre China, muchos de nosotros estábamos conectados en línea, manteniendo relaciones, al menos virtualmente, y trabajando eficazmente de una manera nueva. Aunque gran parte del mundo está cubierto por al menos una red 2G, demasiadas personas en todo el mundo no disponen de los instrumentos ni de los conocimientos técnicos necesarios para beneficiarse de la infraestructura de comunicación moderna.

Algunas industrias no resistieron tanto. En concreto, muchas industrias a pequeña escala se vieron muy afectadas por la pandemia. Probablemente todos conocemos al menos una o dos tiendas independientes que tuvieron que cerrar debido a la pandemia. Estas tiendas independientes son importantes para nuestras sociedades globales. Mientras continúa la guerra contra las corporaciones monopolísticas en Estados Unidos y otras partes del mundo, las pequeñas empresas son vitales para ayudar a promover una industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.

Como nos recuerda la ONU, «el crecimiento económico, el desarrollo social y la acción climática dependen en gran medida de las inversiones en infraestructuras, el desarrollo industrial sostenible y la fabricación tecnológica mundial», que a su vez crean nuevas alternativas de empleo e ingresos.

Así, el ODS nº 9 pide a los países que mejoren el acceso a una banda ancha/Internet de alta velocidad fiable y asequible, y que aceleren la adopción generalizada y equitativa de los vehículos eléctricos. Invertir en infraestructuras, investigación y desarrollo, para promover una industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.

Como consumidores, tenemos un papel que desempeñar. Podemos utilizar nuestro propio poder adquisitivo como «votos en dólares» para un mundo en el que queremos vivir. Si mostramos a las empresas que queremos sostenibilidad, podemos investigar primero para dar nuestro dinero a empresas verdaderamente sostenibles, y apoyar a las industrias cuyos objetivos se alinean con los nuestros. Tenemos el poder. Deberíamos usarlo sabiamente.

Un ejemplo pequeño pero indicativo: un sitio web especialmente útil para comprar ropa de forma sostenible al calificar las marcas en varias categorías: https://directory.goodonyou.eco/?_ga=2.263115849.417480627.1619734137-191032380.1619734137. Y una modesta investigación que podemos hacer fácilmente por nuestra cuenta nos pondrá en contacto con otras formas de encontrar recursos y empresas que merece la pena apoyar.

ODS 10: Reducción de las desigualdades

El ODS nº 9 anterior es bastante técnico y no es un área en la que solemos centrarnos, ¡pero este nº 10 habla directamente a nuestros corazones vicencianos! Nuestro carisma de compartir el Evangelio con, y servir, especialmente a las personas que viven en la pobreza, nos inspira a trabajar para reducir las desigualdades injustas.

Todos somos muy diferentes, con diferentes necesidades y deseos, pero una cosa en la que podemos estar de acuerdo es que nadie quiere quedarse atrás. Sin embargo, la verdad es que muchas personas de todo el mundo se quedan atrás cada día de diferentes maneras. Muchos son silenciados, explotados y dejados fuera de las decisiones globales importantes.  Los poderes fácticos, los responsables de la toma de decisiones, no preguntan a quienes viven en una pobreza devastadora y en una vulnerabilidad constante qué necesitan y quieren, ni cómo suministrarlo. Cada vez más en la ONU, el mantra se ha convertido en «no hablar de nosotros (los pobres) sin nosotros».

La explotación y el sufrimiento prosperan en situaciones de desigualdad. Y ahora vemos con claridad la necesidad de reducir las desigualdades a través de la crisis de las vacunas. Muchos países, normalmente los más pobres y vulnerables, no han podido conseguir vacunas, mientras que otros gestionan mal algunos suministros y no comparten la patente necesaria para su producción.

Aparte de las desigualdades existentes entre los países antes y durante la COVID, en lo que respecta a la salud, la seguridad, la protección social y la economía, las mujeres de todas las nacionalidades han sido las más afectadas por el COVID debido a su sexo. El desempleo pone en riesgo los avances logrados en materia de igualdad de género y derechos de la mujer. Cuando las escuelas abren uno o dos días a la semana, esta semana y no la siguiente, de forma aleatoria, no se puede esperar que las madres, que suelen ser las cuidadoras de la familia, mantengan un empleo estable.

Del mismo modo, hay que tener en cuenta las necesidades especiales de las personas mayores, las personas con discapacidad, los niños, los inmigrantes y los refugiados, y los pueblos indígenas, a la hora de reconstruir nuestras comunidades globales. Es importante que centremos las voces de los más afectados por los fallos sistémicos. Es importante que votemos a los legisladores que tienen en cuenta las necesidades especiales de los grupos privados de derechos. Es importante que escuchemos a los que sufren y que hagamos lo posible por comprender las necesidades de los que nos rodean. Es importante que todos denunciemos el discurso del odio, que ha aumentado considerablemente durante la pandemia, y que creemos espacios inclusivos y seguros para todas las personas.

Las desigualdades basadas en los ingresos, el sexo, la edad, la discapacidad, la orientación sexual, la raza, la clase, la etnia, la religión y las oportunidades deben tenerse en cuenta en cada decisión que tomemos. Es nuestra responsabilidad utilizar nuestras crecientes conexiones globales para lograr un cambio transformador. Debemos invertir en salud, educación, protección social y empleos decentes. Debemos eliminar las leyes discriminatorias. Si queremos avanzar, «construir juntos», debemos centrarnos en no dejar a nadie atrás.

El ODS nº 10 pide a las naciones que adopten políticas fiscales y sociales que promuevan la igualdad, y que mejoren la regulación de los mercados e instituciones financieras mundiales. Que tomen decisiones basadas en la solidaridad y el bien común. «No dejar a nadie atrás» se ha convertido en un imperativo moral y en una medida crítica para el éxito del desarrollo.

Jim Claffey
Representante de las ONG de la CM ante la ONU
www.Congregationofthemission-un-ngo.com
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