El camino de san Vicente

por | May 17, 2021 | Formación | 0 Comentarios

Gracias por la invitación a compartir una reflexión sobre el Camino de Vicente. A mi memoria vienen los felices recuerdos de todo lo que compartí con vosotros en vuestro encuentro internacional de Salamanca, en febrero de 2018. Fue mi experiencia más inmediata de MISEVI y me dejó una profunda impresión. Vi cómo el sueño de los Misioneros Laicos Vicencianos está echando raíces y se expande. Su energía, amor y espíritu misionero fue contagioso. El tema del Discipulado Radical fue un reto y una inspiración para mí. Desde entonces, me he dado cuenta de lo mucho que estáis viviendo la llamada del papa Francisco a toda la Iglesia a ser discípulos misioneros.

En esta breve reflexión quiero compartir con vosotros una de las grandes gracias que recibí en mi búsqueda por conocer mejor a Vicente. Fui provincial de la Provincia del Medio Oeste de la CM de 1978 a 1987 y después me tomé un año sabático. Primero pasé un tiempo con personas discapacitadas conviviendo en el maravilloso mundo de L’Arche (El Arca) en Francia. Son personas de corazón y eso es lo que yo necesitaba. Fue una alegría y una revelación experimentar lo que Dios hace en medio de nuestras limitaciones. Fueron un regalo para mí, y vi lo centrales que son (los que llamamos pobres) para nuestro futuro, cuando seguimos la guía de Dios.

Luego, fui a nuestra casa madre en París para aprender sobre san Vicente. Realmente no sabía demasiado sobre Vicente, pero no buscaba convertirme en un experto, que no lo soy, sino sólo saber lo suficiente para ordenar las diferentes opiniones que estaba escuchando. Un día vi el nombre del padre André Dodin en una puerta y pregunté si podía hablar con él. Tenía fama de ser uno de los mejores estudiosos de Vicente. Aunque vivía en la casa más o menos como un ermitaño, me acogió calurosamente.  A lo largo del tiempo tuve cuatro sesiones de dos horas con él, durante las cuales pude hacer todas las preguntas que tenía en mente. Sus respuestas eran originales en el sentido de que eran el fruto de años de reflexión, también muy perspicaces e inspiradoras. Sobre todo, me enseñó el camino de Vicente.

Un día me dijo: «Vicente no tenía una espiritualidad, tenía un camino». Al principio me sorprendió un poco: ¿cómo que no tenía una espiritualidad? ¡Era muy espiritual! Sí, claro, quería decir que Vicente no partía de doctrinas, ideas o teorías. Partía de la presencia de Dios. ¡Dios está aquí! Dios está aquí, ahora. Dios está aquí en los acontecimientos, Dios está aquí en las personas, Dios está aquí en las circunstancias. Dios está aquí en la vida, en el tiempo, en la historia. Dios está aquí. Esto marca la diferencia. Siempre hemos conocido esto con el nombre de Providencia. La Providencia es Dios que nos revela su amor y nos conduce en el tiempo, en el tiempo presente, a través de los acontecimientos, las personas y las circunstancias.

Continuó diciendo que el Camino de Vicente tiene tres pasos. El primer paso es la atención a la experiencia. ¿Cómo nos habla Dios en nuestras vidas? ¿Cómo se nos hace presente Dios ahora a través de los acontecimientos, las personas y las circunstancias? Yo, al menos, estaba acostumbrado, y a menudo sigo estándolo, a empezar con ideas, teorías, etc., pero el camino de Vicente era empezar con la experiencia presente.  Dios está aquí. Dijo: «Haz el bien que se presenta hoy».

¿Cuáles fueron los acontecimientos en la vida de Vicente? Fue acusado falsamente de ladrón, a lo que respondió en silencio como Jesús en su pasión. Sus feligreses en Clichy eran muy buenos, lo que le hacía muy feliz. Entonces Bérulle le recomendó como tutor de los niños de la familia de Gondi, lo que llevó a la fundación de la Congregación de la Misión. Oír la confesión del hombre que moría con miedo a la condenación en Gannes, en 1616, le llevó a predicar el primer sermón de las misiones. La familia empobrecida y enferma de ocho personas en Chatillon-les-Dombes dio lugar a la primera Cofradía de la Caridad. La llegada inesperada de Luisa como guía en 1625 condujo finalmente a su asociación de 35 años de Caridad entre los pobres a través de las Hijas de la Caridad.

El segundo paso en el proceso es la reflexión sobre estas experiencias a la luz del Evangelio, especialmente las Bienaventuranzas, el Sermón de la Montaña, la Muerte y Resurrección, y de manera especial los acontecimientos terrenales de la vida de Jesús. Vicente centró su oración en los acontecimientos de los evangelios, porque revelaban cómo respondía Jesús a los acontecimientos y personas de su vida. Esto derivaba de su profunda adhesión al Misterio de la Encarnación.

El tercer paso es muy característico de Vicente: comprendió que Dios le encaminaba a la acción. Pero no cualquier acción. La acción de Vicente tenía tres características. En primer lugar, esperaba hasta estar seguro de que Dios quería un determinado camino o acción. Por ejemplo, a principios de 1633, cuando Luisa quiso reunir en su casa a algunas muchachas del campo para guiarlas y educarlas para el servicio de los pobres, Vicente dudó, porque dijo que no tenía claro si Dios lo quería, o era sólo el deseo de Luisa. Finalmente, en septiembre de 1633, Vicente le dijo a Luisa que rezaría al respecto durante su retiro. Al final de su retiro, se sintió seguro de que era la voluntad de Dios y así se lo dijo, lo que llevó a la fundación de las Hijas de la Caridad el 29 de noviembre de 1633.  Así pues, la primera condición para actuar era estar seguro de que Dios lo quería.

Una segunda regla para Vicente era ser firme en cuanto al objetivo y flexible en cuanto a los medios. Una vez que sabía  que Dios lo quería, perseguía el objetivo con firmeza y perseverancia. En el proceso de llevarlo a cabo, los imprevistos y las circunstancias exigían a menudo paciencia y flexibilidad. La sabiduría de esta regla se ve si invertimos este principio: flexible en cuanto a la meta y firme en cuanto a los medios. No, la sabiduría está del lado de la firmeza en cuanto al objetivo y la flexibilidad en cuanto a los medios.

Una tercera regla que no es tan fácil, pero que también está llena de sabiduría, es la de mantener los opuestos unidos. Vicente sigue el camino de Jesús, que nos instó a ser sabios como serpientes y sencillos como palomas. ¿Nos llamó Jesús a ser simplemente sabios como serpientes? No. ¿O sólo sencillos como palomas? No. Es vivificante cuando mantenemos las dos cosas juntas y sabemos cuándo ser sabios como serpientes y cuándo ser sencillos como palomas. Para Vicente había una gran energía cuando se unían el amor afectivo y el amor efectivo. El ejemplo más claro de la unión de los opuestos en la vida de Vicente fue el modo en que unió a los ricos y a los pobres. Las mujeres nobles de París con las jóvenes Hijas de la Caridad del campo trabajaban juntas al servicio de los enfermos y moribundos y de los necesitados. Me gusta decir que la gran palabra católica es «y». Es la palabra de la comunión y la colaboración. Dios está aquí y todos somos hermanos y hermanas.

Este es el camino de Vicente.

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