El «antes»: los primeros pasos hacia la comprensión del Reino
¡Qué montaña rusa para los discípulos de Jesús!
Algunos de los discípulos de Jesús pasaron tres años siguiendo al maestro. Le escucharon enseñar sobre el Reino de Dios. Estaban fascinados por lo que decía… y hacía. Él vino a proclamar la Buena Nueva. «El Reino de Dios está en medio de vosotros» (Lucas 4,16 ss, 17,21).
Su mensaje les llamó la atención. Querían formar parte de este reino. Les contó muchas historias tratando de explicar cómo es el reino de Dios. Intentó ampliar sus horizontes sobre un reino modelado en una sociedad secular. Intentó ampliar sus horizontes sobre lo que significaría vivir en el reino de Dios.
Entonces, en solo una semana, todo se vino abajo. Pasaron del júbilo del Domingo de Ramos y de la intimidad de la última cena al desplome de sus esperanzas el viernes. Lo vieron clavado en una cruz, morir de forma horrible, y su cuerpo colocado en una tumba sellada. Habían creído que Jesús era el Mesías Prometido de Dios. Fue traumático para su concepción del reino.
Luego llegaron los rumores de que estaba vivo. Justo cuando se permitieron alegrarse de sus sorprendentes apariciones, les abandonó. Subió al cielo.
¿De qué se trataba todo esto? Se llenaron de miedo preguntándose qué pasaría con ellos sin él.
¡Qué montaña rusa de emociones!
La Ascensión según el Libro de los Hechos
Reunidos, le preguntaron,
«Señor, ¿vas a restaurar en este momento el reino a Israel?»
Incluso en este momento no podían superar sus ideas preconcebidas del reino. Seguían pensando en un reino tal y como lo habían vivido: un reino con los de abajo y los de arriba… pero ahora ellos estarían arriba.
Él les respondió…
«No os corresponde a vosotros conocer los tiempos o las épocas que el Padre ha establecido por su propia autoridad. Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»
Cuando hubo dicho esto, mientras ellos miraban, fue levantado y una nube lo arrebató de su vista.
El reto de comprender «después» de la Ascensión
Necesitaban mucho el don del Espíritu Santo para que les explicara que Jesús estará presente en ellos y a través de ellos.
«Mientras miraban atentamente al cielo mientras él se iba, de repente se pusieron junto a ellos dos hombres vestidos con ropas blancas. Les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué estáis ahí mirando al cielo? Este Jesús que ha sido arrebatado de vosotros al cielo volverá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo».
¡Mirad en vuestro interior! Vosotros debéis continuar la Encarnación. ¡Vosotros sois la presencia de Jesús!
¡Mirad a vuestro alrededor! Debéis ser la buena noticia de mi presencia amorosa, especialmente para los más pequeños de mis hermanos y hermanas.
La pregunta «¿Por qué miráis al cielo?» se dirige hoy a nosotros.
Hoy somos esos apóstoles aturdidos que miran hacia arriba en vez de hacia adentro y alrededor de nosotros mismos.
El Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas se promulgan en el único mandamiento «lavaos los pies unos a otros como yo os he lavado los pies». Y aún así, ¡nos cuesta entenderlo!
A lo largo de los siglos se nos ha pedido que nos demos cuenta de que somos la presencia de Jesús en el mundo. Somos su presencia en nuestro mundo. San Vicente de Paúl lo fue en su día. San Vicente nos recuerda dónde mirar.
¿Y nosotros?
- ¿Miramos hacia nuestro interior?
- ¿Miramos a nuestro alrededor?
- ¿Lavamos los pies de los demás?
Gracias,me gusta mucho.