Hosannas que claman sentido y veracidad

por | Mar 26, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el esperado Mesías de la estirpe del rey David.  Es por eso que, en su entrada en Jerusalén, le aclama con hosannas la gente.

No rechaza Jesús las hosannas de la multitud, lo que indica que es bien consciente de su condición de Mesías.  No manifiesta él ningún complejo de inferioridad.

Pero tampoco se les demuestra triunfalista Jesús a los que le toman por el Mesías prometido.   Les da a entender él que, aunque es digno de las hosannas, no es el mesías de sus sueños.

Es Mesías, sí, pero no de la misma forma que David; el rey cabalgaba victorioso como un guerrero.  Se presenta, más bien, como Mesías manso, pues viene montado en un borrico prestado.  O tal vez, requisado, que es el jefe.

Pero la unción y la realeza de Jesús no son las de los jefes de los pueblos.  Pues las de él consisten en servir y dar la vida en rescate por todos (Mc 10, 42-45).  Así que las hosannas cobrarán sentido y se comprobarán veraces si se capta el sentido de la cruz.

Las hosannas veraces son las que aclaman al Rey del amor en el Calvario.

La cruz de Jesús, —vale la pena repetirlo una y otra vez—, es su gloria como Mesías real. Y por lo tanto, nos toca a los cristianos no gloriarnos sino en la cruz de Cristo (Gal 6, 14).

Es fácil en los países cristianos gloriarnos en la cruz por santiguarnos.  O por hacer de la cruz signo de que una persona, un edificio o una cosa es del Crucificado.

Pero lo más duro es gloriarnos en la cruz más por vivir para Cristo que por morir para él.  Pues el sentido de nuestras hosannas está para muchos de nosotros en «llevar la cruz día tras días …».

No, no hay duda que gloriarnos en la cruz, querer morir al igual que Jesús, pide que vivamos al igual que él (SV.ES I:320).  Después de todo, su muerte resulta de su opción por los pobres y los desposeídos de poder.  Se desvive él por ellos, y por lo tanto, su desenlace comienza con entregar él el cuerpo y derramar la sangre.

Nuestro misticismo, por lo tanto, ha de ser como el del «místico con los ojos abiertos».  Abiertos para ver a «Cristo roto».  Y para ver cómo amar a costa de nuestros brazos, con el sudor de nuestra frente (SV.ES XI:733).

Concede, Señor Jesús, que nuestras hosannas proclamen que diste tu vida por nosotros.  Y haz que tu amor que no se puede sondear nos dé fuerza a que demos también la vida por los demás.

28 Marzo 2021
Domingo de Ramos (B)
Mc 11, 1-10; Is 50, 4-7; Fil 2, 6-11; Mc 14, 1 – 15, 47

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