“Yo creo que un misionero tiene que tener disponibilidad de ir donde le manden o donde sea más necesario” nos dice Pedro Azcárate, misionero español que llegó a Honduras a servir por dos años y que lleva ya 18 años en la diócesis de San Pedro Sula.
Conozcamos su historia.
¿Cómo era su vida antes de ser misionero?
Yo tenía una vida como la de la mayoría de los jóvenes de mi ciudad, de pequeño estudié en la escuela y el colegio, fui a la universidad, acabé mi carrera y conseguí un trabajo de dos años como becario, lo que tocaba era comprar un carro, más tarde una casa, pensar en tener novia, casarse, como que todos tenemos que seguir ese camino y hacer lo que hace la gente «normal».
¿Cómo llegó a ser misionero laico?
Fui catequista y aunque mi vida era como la de la mayoría de los jóvenes sentía que me faltaba algo. Cada vez que rezaba el Padre Nuestro y decía «nuestro», de todos, pero con tantas diferencias, pobreza y desigualdad. Yo me sentía llamado a ir a ayudar o colaborar con otra gente que no tiene nuestras oportunidades y hacerles ver que Dios también les ama y que tenemos que luchar por una vida mejor para todos. No sentía la vocación del sacerdocio y lo que pude discernir en ese tiempo de reflexión acompañado por un sacerdote vicentino, era que me sentía llamado a ir a otro país con más necesidades, a dar mi tiempo en lo que hiciera falta.
¿Cuánto hace que está en Honduras y que encontró para su vida?
Llegué a Honduras en enero del 2001, los padres Vicentinos tenían un lugar de misión en Puerto Cortés, y me propusieron venir por dos años. Llevo dieciocho por aquí, y si tenía duda si había elegido bien mi vocación, pero fue algo hermoso porque aquí encontré a mi esposa. Llevamos casados quince años y tenemos dos niños. La verdad es que yo no elegí venir a Honduras, fue Dios el que me mandó para acá. Los padres vicentinos de la Provincia de Zaragoza (España), con los que trabajo, sólo tienen misión en Honduras así que no me planteo otra cosa. De todas formas, mis hijos van creciendo y nos vamos planteando la posibilidad de regresar a España en un futuro para que avancen en sus estudios.
¿Cuál ha sido su trabajo en Honduras?
La misión de los padres vicentinos en Honduras ha tenido siempre una gran parte social unida a la evangelización y se cuenta en las parroquias con un colegio para alumnos de 5 a 18 años, dos consultorios médicos, un Hogar de Ancianos, un Hogar de Niños de la Calle, un Centro técnico de Formación Profesional, un Programa de Ayudas al Estudio para que los jóvenes puedan terminar su secundaria y bachillerato. Me encargo de administrar los fondos que vienen desde España para financiar las Obras Sociales, colaboración con el párroco que es el último responsable.
¿Y en torno al trabajo pastoral?
Formo parte del equipo de formación de animadores de Comunidades Eclesiales. Damos una formación mensual a los animadores por sectores parroquiales, explicando los temas que se imparten cada semana y algunos retiros y formaciones especiales. Hay cerca de 160 comunidades eclesiales en la parroquia. También formo parte del Consejo Parroquial y vamos adaptando anualmente los objetivos del Plan Diocesano de Pastoral a la parroquia.
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