Jesús es la Buena Nueva para todos los momentos de gozo, luz, dolor y gloria. ¿Lo somos nosotros los seguidores suyos?
Se nos cuenta de la tentación de Jesús con once versículos en el relato de Mateo; trece en el de Lucas. Y en el de Marcos, dos. Narran estos dos que Jesús pasa momentos de prueba y de paz en el desierto.
Hay, sí, momentos de prueba. Es que tienta a Jesús el que se le opone. Y seguirá la lucha entre el Bien y el Mal.
Pero como darán a conocer más tarde los exorcismos de Jesús, él es más fuerte. Lo dan a conocer también los momentos de paz.
No, no hay duda que triunfa Jesús y goza de momentos de paz. Pues se nos cuenta que vive él entre alimañas y que los ángeles le sirven. Quiere decir esto también que se ha cumplido el plazo. Es tiempo para que, por el Mesías, se nos restaure en el Edén y se inaugure el reino de Dios.
Así que dicen mucho los dos versículos. Y dejan entrever también lo que dice C.S. Lewis.
Momentos de caída y de gracia
Le parece a C.S. Lewis que gana el mal no tanto porque se nos tienta a nosotros de forma dramática. Al Padre de la mentira le resulta mejor que el tentado no se dé cuenta de la tentación. Y que no se trate de algo que se toma por bien malo. Se disfraza de ángel de luz, pues, Satanás. También los momentos duros los presenta él como suaves. Así que poco a poco se cae, hasta que se caiga de muy mala forma, sin que se dé cuenta uno.
¿No de igual forma abren paso a momentos grandes de triunfos los momentos de hacer el bien que casi no se notan? Pues por lo común se comienza poco a poco, lo que Dios prospera y lleva a sorpresas (SV.ES II:263;SV.ES XI:327).
Nos toca, sí, soñar y tener ideales (SV.ES XI:398). Pero no hay que pasar por alto «el bien que se nos presenta», por la gracia de Dios. Se ha de hacer «sí todo lo que Dios nos dé a conocer».
Y la gracia tiene sus momentos (SV.ES II:381). Es decir, no hay momento que llega por coincidencia, sino por la Providencia. Pues «la coincidencia es la forma en que Dios queda anónimo» (Einstein). Por lo tanto, nos hemos de poner en las manos de la Providencia. Así nos hallaremos en el lugar y el tiempo debidos.
Sí, Dios está presente en el ritmo de la vida, si bien se oculta él. Pues ha hecho pacto con Noé, su proles y los animales. Por la presencia de Dios, aun las aguas del diluvio se hacen un símbolo del bautismo. Y va Jesús con los bautizados en todos los misterios de gozo, luz, dolor y gloria de la vida.
Señor Jesús, haz que los momentos humildes de la Cuaresma sean como ejercicios de capitación y disciplina. Que estos nos preparen para el gran momento que asombra y ante el cual se cierra la boca (Is 52, 15). A saber, el momento de entrega total que supone tomar parte en tu Cena.
21 Febrero 2021
Domingo 1º de Cuaresma (B)
Gén 9, 8-15; 1 Pd 3, 18-22; Mc 1, 12-15
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