Hace casi un año, FamVin publicó un artículo «Aprender a no ver la falta de vivienda«. Comenzaba así:
Nunca había pensado que aprendiéramos a no ver la falta de vivienda. Simplemente di por sentado que reconocería instintivamente a una persona sin hogar. ¡Tres artículos realmente me despertaron!
Conocía el creciente problema de los estudiantes universitarios que están sin hogar. Pero me sorprendió leer que uno de cada 30 estudiantes de secundaria ha sufrido la falta de hogar en el último año: «The hidden homelessness among America’s high school students» [La falta de vivienda oculta entre los estudiantes de secundaria de Estados Unidos].
Según datos publicados por el Departamento de Justicia, más de 1,7 millones de adolescentes experimentan la falta de hogar en Estados Unidos cada año, una cifra que se considera baja dada la reticencia de los estudiantes a compartir detalles de su situación vital.
Los estudiantes sin hogar en Estados Unidos han sido llamados el «millón invisible», pero sus filas han aumentado constantemente
Según la definición de la Ley McKinney-Vento, un estudiante sin hogar es una persona que carece de una «residencia nocturna fija, regular y adecuada». Esto incluye a los estudiantes que comparten alojamiento, se alojan en hoteles o duermen en cualquier espacio público.
Realidades a las que se enfrentan los estudiantes sin hogar: Barreras para el éxito académico
Durante demasiado tiempo y para demasiados estudiantes, la cuestión de las personas sin hogar no ha recibido la atención que merece. Esto es especialmente cierto cuando se considera el dramático aumento de la falta de vivienda entre los estudiantes de K-12 durante la década anterior. Esto sólo va a empeorar, ya que cada vez más personas pierden su hogar debido al impacto del COVID en la economía.
Cuando las necesidades básicas como el agua corriente, la comida y una cama no pueden ser satisfechas, es lógico que el éxito académico se resienta. Al conocer mejor todos los obstáculos a los que se enfrentan los estudiantes sin hogar, los administradores y educadores están mejor equipados para ser una voz empática que abogue por ellos en el aula y fuera de ella.
- Falta de refugio, seguridad y estabilidad
- Falta de apoyo emocional y de integración
- Falta de nutrición e higiene
Mala salud: Los estudiantes sin hogar y sus familias rara vez tienen acceso de calidad a la atención sanitaria y, por tanto, es probable que hayan descuidado muchas medidas preventivas para mejorar su salud. Muchos de estos estudiantes nunca han visitado a un pediatra o a un dentista, y tienen demasiado miedo de contarle a un médico su situación vital.
Mala alimentación: Es importante que los niños y los jóvenes lleven una dieta sana y equilibrada que cree un sistema inmunitario saludable; pero para muchos estudiantes sin hogar, ese escenario es prácticamente imposible. Muchos de estos estudiantes han crecido desnutridos, debido tanto a la falta de acceso a los alimentos en general como a la falta de acceso a alimentos saludables en particular.
Mala higiene: Cuando los estudiantes viven en coches o en almacenes, su acceso al agua corriente es muy limitado. Esta falta de acceso a instalaciones que les permitan mantener prácticas higiénicas no hace más que aumentar la sensación de vergüenza y de incomodidad que desarraiga su salud emocional.
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