Perseverar en la fe y en el servicio

por | Feb 4, 2021 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús no se quiebra hasta implantar el derecho en la tierra.  Nos toca a los discípulos seguirle y perseverar en la fe y en el servicio.

Se pregunta Job si la vida no es más que un duro servicio.  Parece, por lo tanto, que él se quiebra, que no va a perseverar.  Si bien antes bendijo él a Dios y no pecó (1, 21-22; 2, 10).

Pero en fin, bien está lo que bien acaba.  Pues tras dialogar con Dios y librarse del monólogo que encarcela, descubre Job la sabiduría en los sufrimientos (Job 42, 5-6).

Aún así, resultan más sabios que él los más pequeños del reino.  Pues éstos no corren el riesgo de no perseverar en la fe viva (SV.ES XI:120, 462).  Es que no se dejan «llevar de la impaciencia; nunca, o muy raras veces».

Se puede decir, sí, que esas gentes enseñan, mejor que Job, la «paciencia en las miserias que hay que sufrir».  Son más sabias.  Pues no maldicen el día en que nacieron (Job 3, 3).  Ni se comparan con un esclavo que suspira por la sombra, o con un jornalero que aguarda su salario.

No, no es verdad que la vida no es nada más que miseria.  La verdad es que «un día dichoso hace olvidar la desgracia; un día desgraciado hace olvidar la dicha» (Eclo 11, 25).  Más sabios son los pobres que oran y viven todos los misterios de la vida:  gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos.

Perseverar quiere decir orar y vivir todos los misterios.

El Hijo de Dios se hace igual que nosotros en todo, menos en el pecado.  Es decir, vive él la condición humana de gozo, luz, dolor y gloria.

Pero al hacerse hombre, no abandona Jesús su divinidad, la que nos quiere compartir.  Se hace él débil para fortalecernos.  Nos trae la gozosa y luminosa Buena Nueva del reino de Dios y su justicia.

Y anunciar esa Buena Nueva es buscar contrariedades (SV.ES I:143).  Ante ellas se quiebran los de poca fe.  Pero Jesús mismo toma la firme decisión de perseverar (Lc 9, 51).

Está de más decir que hemos de hacer los discípulos lo que el Maestro.  Nos toca, pues, recorrer aldeas cercanas y lejanas para anunciar la Buena Nueva, para curar enfermedes.  Para remediar las necesidades espirituales y temporales de los pobres (SV.ES XI:393).  De verdad, ¡ay de nosotros si no anunciamos «de palabra y de obra» la Buena Nueva!  Y si se nos agolpa a la puerta, se nos presentará una oportunidad para «dejar a Dios por Dios» (SV.ES IX:297).

Jesús, sí, nos da ejemplo.  Por el gozo que se le pone delante, soporta él la cruz (Heb 12, 2).  Menosprecia la ignomia, y es por eso que se sienta en gloria a la derecha del trono de Dios.  Hemos de perseverar, por lo tanto, hasta entregar el cuerpo y derramar la sangre.  Su ejemplo es el alimento que necesitamos para perseverar en el camino, el que es superior a nuestras fuerzas (véase 1 Re 19, 7).

Señor Jesús, concédenos perseverar hasta la muerte.  Guíanos, pues, por los gozos y los dolores de esta vida hacia la luz y la gloria de la vida más allá.

7 Febrero 2021
5º Domingo de T.O. (B)
Job 7, 1-4. 6-7; 1 Cor 9, 16-19. 22-23; Mc 1, 29-39

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