Jesús nos salva, nos resguarda y nos sacia. Los que esperan en él, y se quedan ocultos en él y llenos de él, no se defraudan jamás.
Estamos de una vez más en el Tiempo Ordinario (TO), en el que cada semana recibe solo un número ordinal. «ordinario». Y nos pueden parecer ocultos y comunes esos domingos o semanas.
Es que no llaman la atención al igual que los de los tiempos fuertes de Adviento, la Navidad, la Cuaresma y la Pascua. Pues, a diferencia de estos tiempos, el TO no señala algún «aspecto peculiar del misterio de Cristo» (NUALNCRG 43). Es el mismo misterio de Cristo en su plenitud que se celebra, sobre todo los domingos.
Pero por más que nos parezcan ocultos en las sobras, los días del TO tienen, sí, su importancia. Son días de iniciación, de los comienzos humildes que se nos plantean, por la gracia de Dios. Y él siempre los bendice y los hace prósperos (SV.ES II:263; SV.ES V:197).
Descubrir ocultos en Jesús los tesoros ocultos en él
Pues así comienzan Andrés y el otro discípulo de Juan. Aprovechan de lo que ha dicho Juan para que lo sigan a Jesús. Y tras un breve intercambio de pregunta y respuesta, aceptan la llamada: «Venid y lo veréis».
Y los que nos quedamos con él, aunque solo desde el momento de su llamada hasta el atardecer, nos mejoraremos. Al menos, tendremos el conocimiento y la fuerza para decir: «Hemos encontrado al Mesías».
Es el tiempo, por lo tanto, de dejar que Jesús nos ponga cerca de él, ocultos en donde él vive. Más tarde, nos descubrirá los tesoros ocultos en él: la sencillez, la humildad, la mansedumbre. Nos formará también para que nuestros cuerpos sean miembros de él. Para que nos llenemos de amor y de celo, de tal modo que estemos dispuestos a morir o a mortificarnos por él.
Y es el tiempo también de sentar una base firme, es decir, de abrirnos a la Palabra que nos busca. Pues escucharla y hacerla es edificar sobre roca (Mt 7, 24; RCCM II:1). También se nos capacitará, atentos y en vela, al igual que el jóven Samuel, para ser profetas. No importa que nos encontremos ocultos en la noche callada y oscura.
Así que, en resumen, nos llama el TO a comenzar a estar en comunión con Jesús. Ponemos un «pie en la puerta hasta que llegue una santa», o un santo. Tras preparar el escenario de esta forma, ¿quién sabe qué mayores obras se nos brotarán? Que se nos lleve a nosotros a amar de la misma forma plena que el que dio la vida por nosotros (1 Jn 3, 16).
Señor Jesús, concédenos vivir y morir como tú y a estar ocultos en ti y llenos de ti (SV.ES I:320).
17 Enero 2021
2º Domingo de T.O. (B)
1 Sam 3, 3b-10. 19; 1 Cor 6, 13c-15a. 17-20; Jn 1, 35-42
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