Tres palabras evocadoras… porque a todo el mundo le gusta una buena historia.
Érase una vez, tras la debacle de la Segunda Guerra Mundial, que varios países se unieron para formar una nueva organización internacional. La Liga de las Naciones había desaparecido. Pero era obvia la necesidad de una plataforma, una manera organizada en que las naciones se pudieran reunir y debatir asuntos comunes, especialmente los relacionados con los conflictos y la paz. Así nació la Organización de las Naciones Unidas, hace 75 años, el 24 de octubre de 1945, en San Francisco, con una constitución que empieza con “Nosotros, el Pueblo”.
Así que, al concluir este año de aniversario, marcado por —a insistencia del Secretario General— la reflexión compartida más que la celebración, parece apropiada una mirada crítica y esperanzada a la organización.
Los críticos suelen citar los procedimientos excesivamente lentos y complejos en la ONU, su burocracia, su tendencia de discutir asuntos una y otra vez, sin cambios reales. También se critica a la organización por la plataforma que ofrece a las naciones para firmar documentos y pronunciamientos frente a la prensa internacional, sin ponerlos en práctica. El “show” y la hipocresía son innegables. Mucho de esto es verdad, pero no refleja toda la verdad.
¿Por qué tan compleja y lenta? Con 192 países, múltiples culturas y lenguas, y una miríada de intereses y temas, ¿cómo hacer las cosas rápidamente?
En su defensa, la ONU no tiene poder de hacer cumplir sus decisiones, mucho menos controlar lo que las naciones, o “Estados Miembros” en lenguaje oficial, deciden hacer. A su vez, el Consejo de Seguridad tiene una debilidad evidente: no hay membresía para los poderes globales de ahora, como Japón o India, y reformar el Consejo parece inmensamente difícil. Y con el actual y desafortunado aumento del nacionalismo extremo en muchas partes del mundo, la asociación colectiva se ve gravemente amenazada, y con ella la solidaridad y la acción en pro del bien común.
Pero la ONU sirve como un foro global inestimable donde países pueden discutir y actuar sobre asuntos importantes, la paz y la guerra por supuesto, y también la ONU protege derechos humanos, proporciona ayuda humanitaria, lucha contra la pobreza extrema, aborda el cambio climático, promueve el desarrollo sostenible, y defiende la ley internacional. Una agenda amplia y abierta a la vez: la ONU responde ahora también a la COVID19.
Es importante recordar que la ONU no es un fin en sí, sino un medio para alcanzar metas comunes. En su libro Política y Proceso en la ONU, Courtney B. Smith utiliza como subtítulo La Danza Global y dice que
“La fuerza y efectividad de la Organización depende del apoyo activo de los Estados Miembros y sus políticas… la ONU congrega a diversos actores en una rutina compleja de procesos y prácticas donde cada uno intenta cambiar la música para que el proceso vaya hacia los resultados que prefiere. Algunos pretenden, otro inspiran, y unos pocos no participan, pero la esperanza es que el número de participantes dispuestos a bailar a la misma música crezcan con tiempo, para que se puedan encontrar soluciones efectivas a los problemas globales”.
Dag Hammarskjold, anterior y reconocido Secretario General, nos recuerda que la ONU «no fue creada para llevar la humanidad al cielo, sino a salvar la humanidad del infierno». Dejados a su suerte, los países derivan en un antagonismo peligroso, y sin un esfuerzo multilateral, es probable que los viejos problemas se profundicen. El papa Francisco dice que la ONU es un «punto de referencia obligatorio de justicia y un canal de paz».
No hay alternativa a la ONU. Si no existiera, habría que inventarla. El reto es ayudarla a alcanzar sus expectativas. En un sentido real, NOSOTROS somos la ONU porque se trata de nosotros y el futuro de las Personas y la Planeta. Ayudemos a que bailen a la misma música, la del bien común universal.
Démosle un buen final a esta historia! Así, podríamos:
- Rezar para que la ONU cumpla su promesa para el bien de toda la humanidad;
- Conectar con la ONU, y conocer su Agenda 2030 para las Personas y el Planeta, las 17 metas de desarrollo sostenible, que a primera vista parecen un sueño utópico, pero que se pueden realizar si las naciones colaboran por el bien común. Utilice los sitios web de la Familia Vicenciana para saber más; para la CM, congregaciondelamision-un-ngo.com;
- Unirse a los esfuerzos de defensa con otros vicentinos sobre asuntos relacionados con nuestro carisma, en este momento especialmente con la campaña para terminar con la falta de vivienda que sufren tantos.
James E. Claffey
Representante de la ONG del CM en la ONU
www.congregationofthemission-un-ngo.com
FaceBook: congregación de la misión en la ONU
Twitter: @cmunnyc
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