Encíclica «Fratelli Tutti»: Sumario y comentario (Parte 6)

por | Dic 5, 2020 | Formación, Sumario y comentario de Fratelli Tutti | 0 comentarios

En la víspera de la memoria de San Francisco de Asís, el 4 de octubre de 2020, el papa Francisco publicó su tercera carta encíclica: «Fratelli tutti».

Como responsable de una congregación internacional que cumple una misión específica en el mundo, más específicamente en el mundo de la educación y la salud, en base a su propio carisma, el Hno. René Stockman ofrece aquí un breve resumen de cada capítulo, seguido de una reflexión más personal.

Capítulo 6: Diálogo y amistad social

Buscar el acercamiento, expresarse, escucharse mutuamente, atreverse a mirarse a los ojos, conocerse y tratar de comprenderse, encontrar un terreno común: son formas probadas y comprobadas de llegar a un verdadero diálogo. Algunos, sin embargo, huyen de la realidad y se atrincheran en su propio pequeño mundo desde el que atacan a los demás. Hay una profunda diferencia entre el diálogo y lo que hoy conocemos como intercambio de opiniones en los medios de comunicación social. Estos debates son, muy a menudo, manipulados y tienen un solo propósito: tener la verdad de su lado. Eso no tiene nada que ver con nada más que con el poder y el beneficio personal.

El diálogo auténtico presupone que uno está abierto a los puntos de vista de la otra persona sobre la base de la convicción de que hay algo de verdad en cada punto de vista. Para lograr esto, uno no tiene que estar completamente de acuerdo con lo que la otra persona está diciendo, sino que se busca un terreno común.

La cuestión es si los medios de comunicación de hoy en día sirven para este tipo de diálogo. Hay mucho intercambio en Internet, pero eso no garantiza que también haya diálogo. El diálogo siempre trata de buscar sinceramente la verdad, servir a los más débiles y construir el bien común.

Algunas personas creen que no hay verdades absolutas ni objetivas. Se disfrazan de relativismo. El hecho de que toda vida humana es sagrada e inviolable no lleva a ningún compromiso. Este relativismo es muy dañino para la sociedad y para la humanidad como tal. Debemos darnos cuenta de que hay acciones que son intrínsecamente erróneas, independientemente de las circunstancias y la intención en que se cometan. Parece que la distinción entre el bien y el mal se está desdibujando en este mundo y está siendo sustituida por una ética basada en lo que nos parece ventajoso y lo que nos es desfavorable.

También debemos ser conscientes de que mucho de lo que se proclama a través de los medios de comunicación es cualquier cosa menos cierto. Hay mucha manipulación y existe el peligro de que nos dejemos llevar por lo que los medios de comunicación proclaman como ideas dominantes y dejemos de estar abiertos a lo que es verdadero y real.

En una sociedad pluralista, el diálogo es esencial, pero debe basarse siempre en una postura personal clara y en la apertura a los puntos de vista de los demás. Sin embargo, veremos que hay valores que no son negociables; eso también debe quedar claro en cualquier diálogo, pero no debe ser un obstáculo para continuar el diálogo. Ese diálogo pondrá incluso de relieve ciertas verdades, sin esperar ni exigir necesariamente un consenso sobre ellas.

Trabajemos por una cultura del encuentro. Es el camino que conduce a una paz verdadera y profunda que no puede construirse así como así. Es un proceso lento en el que uno escucha pacientemente al otro y acepta que el otro tiene derecho a ser él mismo y también puede ser diferente. La base de esta cultura del encuentro es, por supuesto, el respeto mutuo, que debe desarrollarse unos hacia los otros. Si esto falta, el enfoque principal será en las diferencias que siempre existirán. Centrarse únicamente en las diferencias es aprovechar una fuente que conduce a una gran cantidad de violencia con la que nos hemos enfrentado recientemente.

Por ello, la cultura del encuentro debe conducir a lo que se puede llamar un pacto social y cultural, en el que las personas entiendan y acepten que nunca tienen el monopolio de toda la verdad pero, al mismo tiempo, tienen el derecho de expresar sus convicciones, que no tienen por qué ser opuestas. El criterio será siempre el respeto y la promoción del bien personal y común. Podemos aprender mucho de san Pablo, que fue muy claro en sus convicciones y no las ocultó, pero al mismo tiempo defendió las relaciones adecuadas, basadas en la benevolencia, la dulzura y el respeto. El papa se pregunta si todavía podemos decirnos estas tres palabras: «permiso», «perdón» y «gracias». No podría sonar más práctico.

Un breve capítulo sobre un tema esencial en el que el hilo conductor es la importancia de tener un buen diálogo. No hay necesidad de muchos comentarios, porque lo que se dice suena tan reconocible, incluso dentro de nuestra Congregación. Siempre será necesario encontrar un equilibrio entre tener los propios puntos de vista, poder ponerlos en perspectiva cuando escuchamos atentamente los argumentos y los razonamientos de los demás, y al mismo tiempo darnos cuenta y aceptar que hay verdades generales que no son negociables. Esto último es quizás lo más difícil y lo más desafiante hoy día, ya que ciertos diálogos se bloquean porque ya no se acepta que todavía hay valores universales que no permiten el compromiso. El asunto consiste entonces en mantener el diálogo abierto y llegar a una forma renovada de estar juntos, en la que el respeto por el otro prevalezca sobre la fijación continua de las diferencias. Unidad en la diversidad, sin comprometer lo que es verdaderamente fundamental y absoluto: la inviolabilidad absoluta de toda la vida.

Como hijos de nuestro tiempo, no seremos insensibles a un cierto grado de relativismo, en el que cerremos demasiado fácilmente los ojos a lo que es objetivamente incorrecto, y difuminemos la distinción entre el bien y el mal, en nuestra propia vida y en la sociedad a la que pertenecemos. También en este caso debemos tener el valor de nadar a contracorriente a veces y no dejarnos llevar por un relativismo destructivo.

Hno. René Stockman,
Superior General de los Hermanos de la Caridad.
Fuente: Página web de los Hermanos de la Caridad.

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