Sensatos e insensatos a los ojos de Dios

por | Nov 5, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

Jesucristo vendrá a la hora que no pensemos.  Es por eso que hemos de estar listos y contarnos entre los que son sensatos, no los insensatos.

Se nos contó hace cuatro domingos que se hallaban entre los convidados de Dios los malos y los buenos.  Hoy se nos dice que los sensatos y los insensatos forman parte de los que están en vela de la venida de Jesús.

Así que, de verdad, somos peces de toda clase los recogidos por la red (Mt 13, 47-52).  Pero al final se les reúne a los buenos y se les tira a los malos.  Y son los sensatos los que entran en el reino de Dios, mientras a los insensatos se les cierra la puerta.

Y los sensatos son los que están siempre listos incluso para una larga espera.  Es por eso que prevén lo que necesiten.  Se adelante Jesús, pues, o se retrase, igual les dará.  Es que tienen ellos lo suficiente para que no se les apaguen las lámparas.

Los sensatos, sí, hacen todo lo necesario para que se mantengan encendidas sus lámparas y vivas su fe y su esperanza.  Es decir, hacen ellos buenas obras.  Y las ven los hombres y, por lo tanto, dan gloria al Padre que está en el cielo (Mt 5, 16).  Así alumbra, pues, en plena noche la luz de los sensatos.

Buscados:  discípulos sensatos

De verdad, en estos momentos oscuros e inseguros, hay necesidad de hombres y mujeres sensatos que nos alumbren.  De discípulos que nos enseñen a poner en práctica las palabras del Maestro y así construir sobre roca (Mt 7, 24; RCCM II:1).

Esas personas nos abrirán los ojos para que se nos quede claro lo que nos da a conocer la pandemia.  A saber, que todas nuestras seguridades en cuanto a la salud, la calidad de vida y otras cosas son, a fin de cuentas, inseguras.  Fiarnos de ellas es construir sobre arena.

Y la esperanza de los discípulos sensatos, desde luego, no les arrebata a ellos de forma engañosa la felicidad del presente.  Pues la espera de ellos de una tierra nueva no amortigua su preocupación de hacer mejor este mundo, sino que la aviva más bien (GS 39).  Se les impulsa aún más a «trabajar con todos los hombres en la edificación de un mundo más humano» (GS 57).

Es por eso que los sensatos promueven la cultura del encuentro y la hermandad, las que son propias de los pobres.  Pues ahí está la verdadera religión, la fe viva, la esperanza irrompible (SV.ES XI:120, 462) de salvación.

Señor Jesús, pide al Padre que él nos dé el Espíritu de sabiduría.  Así seremos tus sensatos siervos en vela de tu venida.  Haz que los que celebramos tu Cena en la tierra sentar un día a la mesa en el cielo.  Y así también estaremos siempre contigo.

8 Noviembre 2020
32º Domingo de T. O. (A)
Sab 6, 12-16; 1 Tes 4, 13-18; Mt 25, 1-13

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