Todos sabemos que san Vicente fue un santo transformador que tuvo un profundo efecto, no sólo en su generación, sino en las generaciones venideras. Pensemos en otros santos transformadores: san Pablo, san Agustín, san Benito, santo Tomás de Aquino, san Francisco y muchos otros.

Lo que estamos redescubriendo de san Vicente en estos últimos 20 años es su «receta secreta» para la transformación. Hemos tasteado el sabor de sus obras pero hemos perdido de vista el ingrediente clave en todas las cosas maravillosas que logró para aquellos en los márgenes de la Iglesia y la sociedad.

«Las Cofradías de la Caridad»

El miércoles, 23 de agosto de 1617, parecía un día como cualquier otro. Sin embargo, marcó el comienzo de todos los ministerios de transformación puestos en marcha por Vicente. Ese día organizó una reunión de 7 mujeres en Châtillon-les-Dombes. Sugirió y acordaron formar una asociación para cuidar de los enfermos de forma más efectiva, haciendo por turnos lo que fuera necesario.

Así nació la primera Cofradía de la Caridad nació. Pero a menudo se pasa por alto que esta organización fue el comienzo pionero del grupo de mujeres más antiguo que aún funciona en la iglesia (a pesar de varios cambios de nombre).

En realidad, fue la sugerencia de una mujer laica. Vicente prestó su apoyo y su genio organizador. Se dio cuenta de que las mujeres laicas eran un recurso ministerial sin explotar en la iglesia.

Fue la primera de muchas instituciones que puso en marcha. Un triángulo de instituciones que se apoyan mutuamente: Cofradías de Caridad, 1617; Sacerdotes y Hermanos de la Misión, 1625; Hijas de la Caridad, 1633.

La creación y el apoyo de estas Cofradías laicas constituyó el plan pastoral básico de todas sus misiones.

Vicente no sólo habló de la importancia de empoderar a estas mujeres. Lo consagró como un compromiso en las reglas de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad.

Vicente habló de ello en sus conferencias:

En los lugares en que predican, procuran fundar las cofradías que llaman de la Caridad con la autoridad de los ordinarios, según la necesidad de dichos lugares, a fin de poder asistir a los pobres enfermos y contribuir algo con sus propios bienes a esta piadosa obra (SVP ES X, 322).

Artículo I:2 de las Reglas Comunes para la Congregación de la Misión:

…se dedicarán a […] dirimir sus pleitos y contiendas, a establecer las Cofradías de Caridad.

Reimaginando la visión de la estrategia de Vicente para despertar a los laicos.

Estos pocos años pasados han decisivos en la vida de la Familia Vicenciana. Nos hemos hecho más conscientes unos de otros. Pensemos en los grandes acontecimientos en Roma durante 2017: 11.000 seguidores de Vicente en la plaza de San Pedro. Luego, en enero de 2020, casi 200 líderes internacionales se reunieron por primera vez para explorar la colaboración.

Pero, en este aniversario de la creación de las Cofradías de la Caridad, me llama la atención un fenómeno todavía poco conocido que está surgiendo entre los laicos vicentinos de diversas profesiones. Escritores, músicos, traductores, abogados, etc… cada grupo interesado en trabajar en red con otros profesionales en su campo. En la actualidad, ya hay 13 grupos o cofradías diferentes.

La preocupación común en cada grupo es cómo pueden usar sus habilidades profesionales específicas para servir a los pobres y a los marginados. En su mayor parte se organizan por sí mismos, celebrando debates mensuales a través del Zoom.

En ellas veo las ideas de Vicente sobre el poder de los laicos reimaginadas 400 años después de su época.

Si eres un profesional interesado en establecer una red con otros en tu campo que compartan tus preocupaciones, contacta con el P. Flavio en pereiraf@famvin.org

Una versión de esta reflexión apareció por primera vez en Vincentian Mindwalk.