Lecciones de la historia
Quizás porque acabamos de celebrar a Ozanam y a sor Rosalía Rendu, me puse a pensar en las organizaciones y movimientos estudiantiles.
En mis últimos años como profesor, aprendí mucho sobre Federico Ozanam. Mi admiración creció al darme cuenta del papel clave que jugó en la fundación de la Sociedad de San Vicente de Paúl. ¿Cuántas organizaciones estudiantiles de hoy día seguirán funcionando dentro de 187 años, cientos de miles de ex alumnos vivos sirviendo en más de 150 países?
También descubrí el papel de una Hija de la Caridad, que fue una mentora destacada para Federico y sus compañeros. Comencé a darme cuenta de que sor Rosalía fue la «Madre Teresa» de su época.
Mientras miraba a los estudiantes en frente mío, me preguntaba si podría haber otro Frederico entre ellos. ¿Cómo podría yo ayudarles a encender la llama de sus vidas?
En las encrucijadas de sus vidas
Federico y sus compañeros eran católicos profundamente comprometidos. Pero se vieron sorprendidos el desafío de otro estudiante, que les dijo: «El cristianismo es cosa del pasado». Ozanam y sus amigos se dieron cuenta de que las ideas religiosas no tienen valor si no poseen un valor práctico y positivo.
Respetaban a uno de sus profesores, Bailly. Buscaron orientación. Con el paso del tiempo conocieron a sor Rosalía y su labor en los peores barrios de París. Bailly le escribió a sor Rosalía: «Le envío dos jóvenes, los señores Ozanam y Taillandier…» ¡Qué tarea tan afortunada! (El papa Francisco, casi dos siglos después, enviaría a sus seminaristas a «ensuciarse los zapatos con barro» y a conocer «el olor de las ovejas»).
La misión abrió los ojos del joven Federico al sufrimiento de los pobres. Dándose cuenta de sus limitaciones de edad y experiencia, escribió a un amigo…
«Somos demasiado jóvenes para intervenir en la lucha social. ¿Permaneceremos pues, inertes, en medio del mundo que sufre y gime? No; se nos ha abierto un camino de preparación; antes de hacer el bien público, podemos tratar de hacer el bien a algunos; antes de regenerar Francia, podemos aliviar a algunos de sus pobres» (carta de Federico a Ernest Falconnet, del 21 de julio de 1834).
(¡Pensemos en el grano de mostaza!)
En 1838, Ozanam escribió: «leemos la vida de San Vicente de Paúl… Una vida que debemos continuar, un corazón donde debemos calentar nuestros corazones, una inteligencia donde debemos buscar la luz».
El resto es historia, como se suele decir. Lacordaire, una de las personas más influyentes de la época, resumió los esfuerzos de estos estudiantes: «Mientras los innovadores se desgastaban con las teorías para cambiar el mundo, estos jóvenes se dispusieron a subir a los pisos donde se escondía la miseria del barrio».
Tantas lecciones…
- Los jóvenes tienen un idealismo que está maduro para ser desafiado… y guiado.
- Responden a la guía de aquellos que respetan.
- Aquellos a quienes respetan a veces hacen bien en conectarles con personas que pueden guiarlos mejor.
- Los mentores a menudo no saben que su guía tiene impacto más allá de aquellos que se dirigen a ellos.
- Los jóvenes pueden mirar con una visión que tal vez sus mayores no tenían, y dar fruto cien veces más.
- La historia de gente como Vicente de Paúl puede iluminar su camino y encender sus corazones.
En las encrucijadas de nuestras vidas
- ¿Conoces a algún «joven Federico»?
- ¿Puedes ser una Rosalía que lo inspire y lo guíe?
- ¿Sabemos dónde enviar a alguien para que reciba más y mejor guía?
P.D.: Esta semana, el papa Francisco escribió en la introducción de un nuevo libro italiano de artículos sobre pastoral juvenil: «Nos han pedido de mil maneras que caminemos a su lado, no detrás o delante de ellos, sino a su lado. No por encima o por debajo de ellos, sino a su nivel».
0 comentarios