En febrero de 1835, casi dos años después de la creación de la Sociedad de San Vicente de Paúl, Federico escribió a su amigo, Léonce Cournier, y le dijo:
Pero, en cuanto a nosotros, débiles samaritanos, profanos y gente de poca fe como somos, atrevámonos, sin embargo, a acercarnos a ese gran enfermo. Tal vez no se asuste de nosotros, tratemos de curar sus llagas vertiendo en ellas aceite; hagamos resonar en sus oídos palabras de paz y de consuelo y, luego, cuando se les hayan abierto los ojos, los pondremos en las manos de aquellos a quienes Dios ha constituido guardianes y médicos de las almas, los sacerdotes, que son también, en cierto modo, nuestros hoteleros en nuestra peregrinación sobre la tierra, ya que dan a nuestros espíritus errantes y hambrientos la palabra santa como alimento y la esperanza de un mundo mejor como albergue. Eso es lo que se nos propone; esa es la sublime vocación a la que nos llama la Providencia (Carta a Léonce Cournier, 23 de febrero de 1835).
Aquí Federico exhorta a los miembros de la Sociedad a actuar de la misma manera que el Buen Samaritano, es decir, a acercarse y tender la mano a las personas heridas y tendidas a la vera del camino… para vendar sus heridas y consolarlas. Dar ese primer paso y llegar a los «pobres» puede ser una tarea difícil. Vicente de Paúl dijo que los pobres con frecuencia no tienen ni la figura ni el espíritu de las personas educadas, pues son vulgares y groseros. Pero dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre (SVP ES XI, 725). Federico Ozanam fue el precursor de lo que hoy podríamos llamar «ministerio social católico». No sólo prestaba servicios directos a los pobres, sino que también era su defensor, lo que hoy podríamos llamar un «cabildero» ante personas influyentes y ricas, tanto en la sociedad en general como en el gobierno.
El papa Francisco en la Evangelii Gaudium, afirma:
Puesto que esta Exhortación se dirige a los miembros de la Iglesia católica quiero expresar con dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria (Evangelii Gaudium, #200).
Sin embargo, el papa Francisco, al igual que Vicente de Paúl y Federico Ozanam, continúa diciendo que la atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona, a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien (Evangelii Gaudium, #199).
Durante este tiempo de pandemia, mientras más y más gente experimenta incertidumbre con respecto a la comida y la vivienda y a la obtención de las necesidades básicas, los miembros de la Familia Vicenciana son desafiados a ser cada vez más creativos para responder a las necesidades espirituales y materiales de la gente.
- ¿Cómo han podido los miembros de su grupo o usted, individualmente, responder a las necesidades materiales y espirituales de los pobres?
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